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Las balsas de residuos mineros de Navan en Huelva vierten agua ácida al valle del Odiel

Los trámites impiden a la Junta asumir todavía la seguridad de la explotación

Alejandro Bolaños

Las filiales de la multinacional Navan Mining que gestionan desde 1997 los yacimientos de Sotiel Coronada y Aguas Teñidas, en Calañas (Huelva), presentaron suspensión de pagos en diciembre, acuciadas por una gigantesca deuda. En estos dos meses, los directivos de la multinacional han ido abandonando el timón de las dos filiales españolas. Y también la supervisión de las dos balsas en la que acumulaban cenizas de pirita y los residuos químicos y metálicos de su proceso de transformación. Ahora, las balsas, que presentan filtraciones en sus muros, vierten sus aguas ácidas al valle del Odiel.

Las dos balsas mineras de Calañas son muy similares a la presa de lodos tóxicos y agua ácida que reventó en 1998 en la explotación que Boliden Apirsa tiene aún en Aznalcóllar; un vertido para el que los jueces no han encontrado culpable, pero que provocó un desastre ecológico en el valle del Guadiamar cuya reparación ha costado a las Administraciones cerca de 240 millones de euros.

Como en Aznalcóllar, los lodos depositados en la balsa no sólo son una mezcla de piedra y metales pesados molidos (cinc, cobre, plomo) ya tóxicos para la vida vegetal y animal. 'Ahí también están los productos y reactivos químicos que se usan en la mina, veneno puro', señalaba el viernes uno de los mineros que llevan más de una semana encerrados en las instalaciones, en demanda de tres meses de salario impagado por Navan. La balsa de residuos y la más pequeña de cenizas de pirita, como todos los depósitos mineros, están cubiertas de agua. Un agua muy ácida que desde hace varios días se está vertiendo directamente, sin tratar, al valle del Odiel.

Los muros de las dos balsas presentan grietas, 'poros' en la jerga minera, 'filtraciones' en el vocabulario ecologista, de las que nacen diminutos pero continuos regueros de agua. Nada comparado con el caudal de agua ácida que suelta al curso de un arroyo, afluente del Odiel, una tubería conectada directamente con la balsa mayor. 'Eso lo mandó abrir alguien, no sé quién, para evitar que, si vienen lluvias fuertes, el agua rebase el muro', apunta un minero.

Los trabajadores afirman que las balsas están al límite. 'Aquí era ya hora de recrecer el muro, pero no han hecho ninguna inversión, sólo remiendos', explica otro minero, que no necesita decir qué ha pasado con la planta de tratamiento que debía rebajar la ácidez de las aguas. El estado de la planta que financió la Junta, anegada de cal, refleja que hace mucho más de una semana que no se usa.

Los primeros en dar la señal de alarma fueron los mineros, que presentaron en diciembre una denuncia en Medio Ambiente, que pasó la pelota a la Confederación Hidrográfica de Guadiana. Pero en enero, técnicos de la Consejería de Desarrollo Tecnológico constataron la delicada situación de las instalaciones. La Consejería, responsable de supervisar la seguridad minera, abrió entonces un expediente de subsidiariedad, para asumir el control de la explotación. Pero los trámites administrativos, enfangados por la ausencia de directivos de Navan, han impedido cerrarlo aún.

Toneladas de desechos químicos que debían haber sido quemados se acumulan junto a las balsas de minas de Almagrera (Calañas).
Toneladas de desechos químicos que debían haber sido quemados se acumulan junto a las balsas de minas de Almagrera (Calañas).GARCÍA CORDERO

Toneladas de desechos del Polo Químico

Los residuos del proceso con el que Navan ha molido en estos cuatro años la pirita y ha separado los metales que contenía, arrastrados con agua, iban a parar directamente a una balsa, como en otras explotaciones similares, y como hacía la SEPI, propietaria de la mina de Calañas (Huelva) hasta que la limpió de deudas (con una subvención de 36 millones de euros) y se la regaló en 1997 a la multinacional. Las filiales de la compañía irlandesa también han empleado la planta de ácidos que le dejó la SEPI para tostar la pirita menos valiosa y extraer así cientos de miles de toneladas de ácido sulfúrico, muy requerido por empresas del Polo Químico de Huelva. La producción de ácido sulfúrico deja un residuo, la ceniza de pirita, para la que se construyó otra balsa, más pequeña. Alrededor de la presa, montañas ocres de ceniza, ofrecen una muestra más de que Navan sólo estaba interesada en producir y producir. Junto a ellas, otras montañas, éstas de color blanquecino. Pero en este caso, no son residuos de la multinacional. 'Es torta rosa, del Polo Químico', explican los mineros. Lo que los trabajadores llaman torta rosa, es una torta de monohidrato de sulfato ferroso, un desecho del proceso que emplea, Tioxide Europe, para elaborar pigmento blanco a partir del dióxido de titanio. Tioxide obtuvo en 1991 el beneplácito de Medio Ambiente para mandar sus restos a Minas de Almagrera (entonces de la SEPI) para que los quemara en el horno que la compañía usa para tostar la pirita y sacar ácido sulfúrico (también extraíble de la torta). Según Medio Ambiente, Tioxide llegó a mandar más de 45.000 toneladas anuales de estos desechos, aunque en los últimos tiempos ese envío se había reducido a unas 30.000 toneladas y en los últimos meses a cero. Pero en las instalaciones de Navan hay montañas blanquecinas por doquier y algunos mineros dicen que la multinacional aparcó la quema de torta en favor de la más rentable pirita.

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