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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Perturbadora docilidad

Hay libros que se leen desde una lejana desazón, cuyas páginas hielan el alma con su fotográfica revelación del soterrado caos de la vida social, de los desangelados universos de sus personajes, o de la decadencia de los centros de poder, como si el autor intentara extraer del silencioso frenesí de la violencia un perdurable momento de lucidez ante la inminencia de un abrupto final. Lászlo Krasznahorkai (1954), escritor húngaro que vive retirado en la región montañosa de su país y que con esta traducción se estrena en nuestra lengua, es un exponente de esa categoría de narradores, el cual mediante un realismo ascéptico reflexiona sobre el legado del totalitarismo a partir de una ambientación opresiva instalada en una ciudad de provincias de la Hungría poscomunista, si bien extrapolable a cualquier otra nación que haya pasado por una experiencia similar. Su prosa, dotada de un expresionismo descriptivo que apenas incide en los diálogos y se embebe de una acre belleza, se retira a los confines de la elocuencia desde donde formula por qué 'era tan difícil ver que el mundo real acaba... más allá de esta inconmensurable amplitud del propio desasosiego; acaba, aunque de hecho no acaba en ningún sitio'.

MELANCOLÍA DE LA RESISTENCIA

Lászlo Krasznahorkai Traducción de Adan Kovacsics El Acantilado. Barcelona, 2001 418 páginas. 23,50 euros

Las postrimerías de una época, de un estado de las cosas, de los sueños apacibles, o de la aberración utópica, aparecen en esta novela alegórica como un acto premeditado por la estupidez del mundo, donde ya nada ni nadie es capaz de redimir la insatisfacción del entorno. Bajo el pretexto de la llegada de un diabólico circo ambulante que presenta una descomunal ballena embalsamada, con todas sus implicaciones simbólicas, siendo uno de sus cuidadores un engendro con poderes magnéticos que liderará la rebelión de la muchedumbre enardecida, se enciende la inevitable espiral de irracionalidad que absorberá al musicólogo Eszter, el cual intenta vivir apartado de la vulgar cotidianeidad pero ha sido maliciosamente nominado por su manipuladora esposa para liderar un movimiento de salvación local, denominado Movimiento Patio Limpio, Casa Ordenada, secundado por el borrachín Valuska, su fiel discípulo e hijo de la rechoncha señora Pflaum, todos víctimas del clima de callada insumisión que acabará probando que la injusticia del orden es tan vulnerable como la desarticulación de la legalidad.

Es sin duda una argumentación desconcertante, no ya por lo que dice sino por lo que olvida de contar, a la cual no se sabe si cogerle apego o deshacerse de ella como un material contaminante, que se vale del absurdo para no tener que recurrir a un realismo demasiado próximo a una existencia incapaz de conciliar sordidez y nobleza, disfunción a partir de donde la literatura se ha aprovechado para recrear paisajes lacerantes, yermos, acuciantes, que aquí sirven de substrato a las palabras para erigir una pirámide sobre la mentira humana, vector de la historia, campo de estudio urdido por una 'conspiración de los detalles' que Krasznahorkai resuelve con penetrante causticidad.

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