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Mujeres dramáticas

Es difícil saber hasta qué punto Artemisia era consciente de una excepcionalidad que luego reivindicaron las feministas. 'Creo, vuestra excelencia, que no perderá conmigo y encontrará el espíritu de César en el alma de una mujer', escribió al noble Antonio Ruffo, al pedirle trabajo. Artemisia pintaba mujeres. Sin duda más para gustar a sus mecenas que para reivindicar su condición. Los gentileschi eran pintores de corte y no dudaban en hacer concesiones en su arte para ganarse la vida, incluso abandonaron en ocasiones el estilo de Caravaggio para volver a un clasicismo anticuado pero lucrativo. Se nota que algunas de las obras del Metropolitan son simplemente obras de encargo, sin gran relevancia.

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Las mujeres de Artemisia son dramáticas: la ejemplar Susana, María Magdalena penitente e, incluso, una Cleopatra entrada en carnes, casi siniestra. Un tercio eran desnudos, un género normalmente reservado a sus colegas masculinos. Las otras pintoras de la época (las había) solían especializarse en naturalezas muertas.

Artemisia, pese a su formación rudimentaria, fue la primera mujer admitida en la Academia del Disegno, la institución intelectual de la época. Abandonada por su marido, paseó brevemente su celebridad por Europa hasta parar en Nápoles, una ciudad provinciana y hermética, bajo la protección del virrey español Fernando Enríquez Afán de Ribera, duque de Alcalá. Allí terminó sus días.

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