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Reportaje:ENCINAS DE VALDERROMÁN | EXCURSIONES

Caminando entre gigantes

Árboles de hasta 800 años pueblan los barrancos y páramos calizos de esta localidad del suroeste soriano

La mayor encina de Valderromán tiene un tronco de 5,19 metros de perímetro y cuatro brazos hercúleos, sostenes de una copa que proyecta 300 metros cuadrados de sombra y que nada tiene que envidiar a las bóvedas de las catedrales góticas -Burgos, Lleida, Toledo...- de las que es contemporánea.

¿Cómo envidiar la obra y el día breve del hombre si ella, siendo una joven carrasca, vio morir a Gengis Jan (1227), nacer la Inquisición (1233) y a los moros perderlo todo en Las Navas de Tolosa (1212)? Dicen que es la más anciana del país.

A nosotros nos parece grande y vieja como la Tierra. Pero no es la única encina talludita que vive en Valderromán.

Valderromán es un recoleto casar de rubia piedra caliza situado cerca de las famosas ruinas celtibéricas, romanas y visigóticas de Tiermes, si es que el adjetivo famosas puede aplicarse sin rechinar a estas soledades del suroeste de Soria: ¡0,8 habitantes por kilómetro cuadrado!

Una avenida prehistórica discurre entre rascacielos naturales de 100 metros

Solitaria a más no poder, pues, es la senda que, desde la iglesia de Valderromán, y señalizada con un letrero de madera y luego con trazos de pintura blanca y amarilla, baja en busca de la vecina aldea de Hoz de Arriba por el barranco del Val, entre huertecillos y encinotas sobre las que señorea una hueca, en cuya boca cabría cómodamente un hombre entero, y no digamos ya 0,8. Iniciales grabadas en las paquidérmicas cortezas nos hablan de los dueños de estos árboles que han pasado de padres a hijos desde tiempos inmemoriales, como pasan las casas, los rasgos o los odios ancestrales.

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A diferencia de estos últimos, las bellotas son cada vez más dulces, frutalización debida a la selección secular de los pies que dan glandes más ricas para cebar a los cochinos, otrora muy abundantes y hoy reducidos a media docena.

Tampoco quedan muchos vecinos -sólo 28, los más baldados para la labor- y menos dispuestos a jugársela podando estos gigantes que, así, es de esperar que puedan vivir otros 800 años en el más perfecto de los olvidos.

A dos kilómetros del inicio -o media hora de andar-, el barranco del Val confluye con el río Tiermes o Manzanares en un amenísimo soto de chopos y quejigos. El camino se trifurca, pero la senda buena es la de en medio, que sigue de frente, pegada al río, y lo cruza una y otra vez en su serpenteante devenir por un cañón a cada paso más profundo y angosto, en el que las encinas son relevadas por enebros y sabinas.

Estudiosos de la antigüedad afirman que esta hoz fue vía de comunicación entre los celtíberos de Tiermes y los de Uxama (Osma), una avenida prehistórica entre rascacielos naturales de cien metros de altura llenos de buitres leonados.

A una hora y media del inicio, tras vadear el río no menos de siete veces, se llega a Hoz de Arriba, una aldehuela medio arruinada -o a medio reconstruir, según el ánimo con que se mire- con un puente de cemento por el que se ha de cruzar por última vez el río para emprender el regreso a Valderromán subiendo por la cuesta Galindo y desandando por el alto páramo cimero lo caminado por el cañón, que ahora queda a manderecha. Las señales blancas y gualdas de la senda se ven como soles en esta llanura lunar salpicada de viejas sabinas cenicientas, ruinas grises de tainas o apriscos pastoriles y nuevos ejemplares gigantes de encinas verdinegras.

Transcurrida casi una hora desde Hoz de Arriba, y muy poco antes de llegar a Valderromán, hay que desviarse por la senda de Caracena -señalizada también con letrero y trazos- para arribar en 10 minutos a unas alargadas tainas y, desde allí, seguir unas rodadas de vehículos a la derecha hasta salir en otro tanto a una ancha pista de tierra. Avanzando por ella 200 metros a la izquierda -a mano contraria, la pista nos llevará luego de vuelta al pueblo-, se halla la mayor encina de Valderromán, coetánea de Berceo, de Parsifal, de la Alhambra y de Tomás de Aquino. Bajo su copa, 800 años nos asombran, nos hacen callar, nos arropan como a niños.

Alubiones, asado y casa rural

Dónde. Valderromán (provincia de Soria) dista 160 kilómetros de Madrid capital. Se va bien por la carretera de Burgos (N-I), desviándose en el kilómetro 105 por la N-110 hacia Riaza y Ayllón, y siguiendo a partir de aquí los indicadores viales hacia el yacimiento arqueológico de Tiermes por Cuevas de Ayllón, Liceras y Montejo de Tiermes. Rebasado Torresuso, se continúa en dirección a Retortillo de Soria y aparece enseguida el desvío a Valderromán. Cuándo. Las épocas menos calurosas del año son las más recomendables para efectuar esta marcha circular de poco más de tres horas -11 kilómetros-, con un desnivel acumulado de 160 metros y una dificultad media-baja cuya única complicación (ligera) es dar hacia el final del recorrido con la mayor encina de Valderromán. Quién. Juan Manuel de Pablo Andrés, del restaurante La Venta de Tiermes (teléfono 975 186 235), prepara ricos alubiones de Noviales y asados con leña de encina y estepa, y proporciona información sobre muchas otras rutas a pie por la zona. Para dormir, en Valderromán, casa rural La Carrasca (teléfonos 975 186 106 y 608 619 882). Y qué más. Cartografía: hoja 21-16 del Servicio Geográfico del Ejército, o la equivalente (405) del Instituto Geográfico Nacional.

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