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Tribuna:LA OPOSICIÓN POLÍTICA
Tribuna
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'...y Felipe, sin dimitir'

El autor, presidente de la Junta de Extremadura, sostiene que el Gobierno no está haciendo oposición a la oposición, sino que se dedica a hacer oposición a un Ejecutivo que hace seis años que ya no gobierna España.

Aznar tiene la presidencia europea en este semestre, pero el impulso político viene de otras latitudes y de otros Gobiernos. Alemania y Gran Bretaña han cogido la iniciativa, y a Aznar no le ha quedado más remedio que apoyar a sus colegas Schröder y Blair. Se nota que ese papel segundón no ha sentado nada bien al Gobierno español, que, una vez más desde que gobierna el PP, se ha visto obligado a apoyar iniciativas que no han sido siquiera consultadas con quien ocupa la presidencia europea. Ese tono molesto se aprecia bien en Piqué, demasiado ocupado en seguir los movimientos de Felipe González fuera de España y, en consecuencia, absolutamente despreocupado de los movimientos de quienes una vez más han despreciado al que se creía el rey del mambo.

Si un eurodiputado socialista pasara de su escaño a un banco se le caería el pelo
Lo que Aznar practica con Felipe González se llama mediocridad, envidia, rencor y odio

No es exacto que el Gobierno se entretenga en hacer oposición a la oposición; es más preciso constatar que el Gobierno se dedica a hacer oposición a un Gobierno que hace seis años que ya no gobierna España. Un psiquiatra podría dar un diagnóstico certero de cómo se llama esa enfermedad; un político sabe que eso que practica Aznar con Felipe González se llama mediocridad, envidia, rencor y odio; con el inconveniente añadido, para Aznar, de que su acaparamiento de los medios de comunicación públicos, y algunos privados, hace que se note más esos estados de ánimo del presidente, pues no en vano se hacen eco constantemente de ese odio y rencor.

Cuando quien gobernaba España era Felipe González, muchos medios que practicaban una crítica despiadada contra el Gobierno socialista encontraban una excusa en esa actitud, argumentando que los medios de comunicación tienen la obligación de controlar al poder político, y que cuando gobernara el PP veríamos cómo las críticas ya no serían para el PSOE, sino para el PP. Pues bien, desde el año 1996, el PP gobierna España, y seis años después no hay quien se atreva a afirmar que esa prensa cavernícola crítica al que gobierna, porque, como ha quedado meridianamente claro, a lo largo de estos seis años el objetivo para ellos no era controlar a quien ejerce el poder, sino destruir al PSOE. Veamos algunos ejemplos que afirman mi posición:

Cuando Carmen Romero, después de más de veinte años de militancia socialista y ugetista, decidió dar un paso adelante en la participación activa de la política, la caverna mediática no tuvo mejor ocurrencia, para atacar a Felipe González, que recordar a Calígula y el nombramiento de su caballo como senador. Cuando Arenas hace un exceso al señalar las virtudes políticas de Ana Botella, situándola como una posible candidata del PP a la presidencia del Gobierno, el tratamiento que se da a la noticia no se parece en nada a la situación anterior.

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Cuando Arzalluz expulsa del PNV a un militante por mantener posiciones políticas encontradas con la línea de la dirección de su partido, la respuesta mediática es que en el PNV no existe democracia interna y que Arzalluz poco menos que es un dictador más que un dirigente democrático. Por el contrario, cuando alguien, dentro del PSOE, mantiene una posición diferenciada de la dirección socialista, la respuesta no se compadece con la anterior; aquí no estaríamos ante un dirigente democrático (Zapatero) que tolera que en su organización se pueda discrepar; no, aquí estamos ante un dirigente débil, sin autoridad que dirige una jaula de grillos.

Otro ejemplo de tergiversación; si la mayoría del CGPJ vota una lista completa de candidatos conservadores para el Tribunal Supremo, estamos ante un ejercicio legítimo de la mayoría, y los que protestan, desde la minoría, sencillamente tienen una rabieta. Pero si la mayoría del Parlamento extremeño propone una terna, según su criterio y su mayoría, estamos ante una imposición antidemocrática y sectaria de quien firma estas líneas.

El PP propone un pacto al PSOE para lo que ellos llaman la 'segunda descentralización'. En el mismo medio donde explican que su propuesta apuesta por repartir el poder, una página más adelante puede leerse que Aznar encarga a Arenas la tarea de quitar el poder a los 'barones socialistas'.

Mientras el PP se dedica a seguir los pasos del anterior presidente del Gobierno para intentar eliminarlo políticamente -odio y rencor -, y Aznar persigue al presidente que terminó con el golpismo en España, sin importarle el precio que nuestro país tenga que pagar en sus relaciones con Marruecos, simultáneamente compra barato un apellido ilustre para lavar sus pecados escritos de la transición.

Durante siete años, Barrionuevo y Corcuera han sido señalados en distintos medios como los ladrones que se forraron con el dinero de los fondos reservados. Resulta patético ver cómo después de la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid los mismos medios que montaron la cacería contra ellos, ahora derivan la cuestión de los ex ministros a su responsabilidad política, cuando todos los españoles saben que fueron crucificados sin piedad por acusarles de robar y de enriquecerse, y ahora que se ha demostrado que todo fue una calumnia, dicen que tenían razón en sus acusaciones sobre sus responsabilidades políticas.

Aznar iba a terminar con la inseguridad ciudadana que provocaba el Gobierno socialista; seis años después de su llegada a La Moncloa, ni pescar tranquilo se puede ya en España. Los pescadores que tranquilamente pasaban el rato en la playa de la Línea de la Concepción aún están recuperándose del susto que se llevaron al ver a marines británicos invadiendo una pacifica playa española; salvo que sea una confirmación bélica del eje Madrid-Londres, la noticia refuerza el proyecto popular del Pacto Local: 'Dos policías locales repelen la invasión de un comando de treinta marines británicos armados con fusiles de asalto y morteros. Visto el éxito, el Ayuntamiento pide que el Pacto Local incluya transferencias en materia de Defensa nacional'.

Si un eurodiputado socialista pasara directamente de su escaño a un puesto directivo en un banco extranjero, se le caería el pelo con los comentarios de la caverna del tipo: 'Para quién ha estado trabajando', 'en qué ha tenido puesta la cabeza', 'los intereses de qué país habrá estado defendiendo...'. Pero si quien lo hace es un eurodiputado popular, todo son parabienes y su gesto se considera digno de aplauso. Si un banco extranjero hubiera contratado al yerno de Felipe González, la caverna hubiera calificado el hecho de 'braguetazo'. La pregunta que todos se hubieran hecho hubiera sido: '¿Le hubieran contratado si no hubiera sido futuro yerno del presidente del Gobierno?'.

El colmo es tener que soportar que Arenas, jaleado por sus mariachis mediáticos, acuse al PSOE de deslealtad en el Pacto Antiterrorista, justo la semana en que un socialista fue destrozado física y psíquicamente por una bomba lapa de ETA. Tal vez Arenas no se haya enterado del atentado porque los socialistas no han utilizado a la víctima en beneficio de sus siglas. Cuando el PSOE gobernaba, Aznar utilizó el terrorismo etarra en beneficio electoral propio; ahora que es él el que gobierna, sigue utilizando el terrorismo contra el PSOE.

El odio y el rencor no pueden ponerse por encima de los intereses de España (¿cómo quedan después de este episodio las relaciones con Marruecos?), ni por encima de los intereses de la Corona (¿por qué la cobardía de Aznar obliga a dar la cara a quien está destinado a servir a la Casa Real en los próximos meses?). Y mientras tanto, 'Cabanillas no dice ni pío', y Piqué 'picó'.

Como diría Peridis, 'y Felipe, sin dimitir'.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra es presidente de la Junta de Extremadura.

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