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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vigoroso cine negro resuelto en rosa

No hay antecedentes (ni en lo bueno ni en lo malo) para esta extraña -de vigoroso arranque y desarrollo e insatisfactoria resolución- película policiaca australiana.

Es un thriller de corte argumental duro, incluso muy duro, poderoso y original, de fuerte radicalidad, esbozado con tinta de vitriolo, puro género negro, que luego, a medida que el relato se adentra en sí mismo y, poco a poco, se ramifica en la materia de las podridas y doloridas relaciones que lo alimenta, pierde su singularidad e intensidad iniciales, su negrura se vuelve de pronto grisácea y su amargor se edulcora insensata y arbitrariamente, porque sí, por las buenas, porque al guionista y al director no les agrada la lógica del relato y les apetece llevarle la contraria a su propia imaginación.

LANTANA

Dirección: Ray Lawrence. Guión: Andrew Bowell, basado en su propia obra teatral. Intérpretes: Barbara Hershey, Geofrey Rush, Anthony LaPaglia, Kerry Armstrong, Rachel Blake. Género: thriller. Australia, 2001. Duración: 115 minutos.

O, tal vez, por otra razón más rastrera y bastarda, porque no ven negocio en dejar que estalle la dinamita del entramado que han elaborado con innegable precisión y talento, y echan agua a su propio fuego, apagando lo que han encendido con astucia e inteligencia, resolviendo en fea seda la bella aspereza que han creado y dejando que se convierta en rosa la negrura imaginada por ellos mismos. Y, una vez más, el consuelo del happy end se convierte en estafa.

Procede el filme de una obra de teatro con pinta de estupenda. Por lo que deja entrever el guión, esa pieza escénica está erizada por la inconfundible descarga de electricidad emocional de esa rara y vivísima teatralidad que logra alimentar una pantalla cuando ésta es esponjosa y sabe absorberla. El director Ray Lawrence es un director joven que, aunque está ahora haciendo sus primeros largometrajes, es ya muy hábil, tiene mano firme de experto y absorbe sin esfuerzo aparente, con agilidad, la frondosa teatralidad del drama de origen, convirtiéndolo en cine excelente, con notable fuerza de arrastre. Es una pena que no haya sido consecuente con la altura de su planteamiento y resuelva en barro mascado y sabido el misterio del agua negra con que ha inundado la pantalla.

A esta magnífica inundación contribuye decisivamente un reparto de expertísimos intérpretes del cine y el teatro australianos, entre los que están los bien conocidos Geoffrey Rush, Anthony LaPaglia, Kerry Armstrong y Raclel Blake, que actúan con potencia y sobriedad engarzados alrededor de la enorme presencia de una grande del cine estadoundidense, Barbara Hershey, que hace una creación honda, grave, memorable, dolorida, magnética, una mujer de formidable inteligencia herida por el infortunio, un complejo personaje que la eminente actriz borda y convierte en eje de la verdad y la ternura que destilan las negruras de un filme importante y que merececía mejor resolución que la que le dan sus autores, y asesinos.

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