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Compañero, salud y libertad

Juan Cruz

Su fibra es de periodista. Y su carácter es el de un andaluz, hondo y secreto, y chispeante. Los que hemos trabajado con él le hemos visto levantar una noticia donde sólo había un indicio y perseguir luego ese indicio hasta que lo convertía en primera página. '¡Hemos hecho un buen periódico!', decía al día siguiente, y en su rostro se reflejaba la satisfacción de quien vive esta profesión con un entusiasmo que no mengua.

Augusto Delkáder. Cuando le llamó el presidente Chaves para decirle que le habían concedido la Medalla de Andalucía se quedó clavado en su despacho, como si este hombre que jamás se paró en su silla, sino que paseó las redacciones como si fuera un extremo izquierdo del periodismo, no estuviera acostumbrado a condecoraciones. Ésta es la primera que recibe. Su amor es el periodismo y su corazón es andaluz. En Madrid, donde vivió hace más de un cuarto de siglo la aventura de sacar a la calle EL PAÍS, al que llegó con 25 años, pasea el destino de combinar ambas pasiones.

'El andaluz suele ser un tipo creativo y trabajador, aunque también acomodaticio'

Nunca perdió el acento, y sigue la actualidad de lo que pasa en su tierra con el ánimo del informador y el alma del ciudadano. Durante una época bastante larga, que acaba de concluir, fue presidente del Consejo Social de la Universidad de Cádiz, y allí pulsó la realidad del futuro de Andalucía: 'Aprendí mucho de la realidad social y educativa, de la problemática de la población joven. Hemos intentado crear instituciones para hacer más eficiente la Universidad; y hemos querido que el consejo fuera un elemento dinamizador en una provincia aquejada de graves problemas de empleo'.

Un andaluz varado tierra adentro, pero sobre todo un andaluz. ¿Que no se olvida de su tierra? 'Uno no se olvida de un carácter de vida agradable, un poco lúdica, y una relación que se transmite, en Cádiz, en la propia manera de saludarse, pues allí nos decimos 'Compañero, salud y libertad', que es la expresión de un sentimiento propio de los ancestros libertarios de Cádiz. Cuando estamos fuera, los andaluces somos cosmopolitas, pero vamos descubriendo cosas nuevas de nuestra tierra a las que no les dábamos importancia cuando estábamos allí porque eran muy cotidianas'.

Entre esas cosas cotidianas que viajan en el alma de un andaluz están, para Delkáder, el paisaje que has visto y que recuperas, el arte, los monumentos a los que no prestas atención. Pero el paisaje interno de Andalucía, el que jamás le ha abandonado, 'está siempre ligado al mar; a mí me encanta esa infinitud que tienen las playas desde el Caño de Sancti Petri a Tarifa, y esas playas están en el ambiente como si uno estuviera en ellas'.

La vocación periodística de Augusto Delkáder se cimentó en el Diario de Cádiz, del que fue director. Algo muy especial, 'porque donde yo aprendí a leer fue en ese periódico, allí veía yo aquellas crónicas desde París 'enviadas por teletipo por nuestro corresponsal Feliciano Fidalgo', de modo que si te toca dirigirlo cuando sólo tienes 25 años pues se produce una emoción muy fuerte'. Ahora ya dobla esa edad, pero los que le conocemos sabemos que ha estado en el otro gran periódico de su vocación, EL PAÍS, siempre con el mismo aspecto fibroso que le ha permitido asistir con igual traje -de lino blanco- en las celebraciones sucesivas de quinquenios y decenios. EL PAÍS es gran parte de su vida: lleva ligado a él los mismos años de su matrimonio; en 1991 dejó su puesto de director adjunto para hacerse cargo de la dirección general de la SER, que convirtió en la principal cadena de radio de España, por audiencia y por influencia, y ahora es, en el Grupo Prisa, director general de la Unidad de Negocios de Medios en España y consejero delegado de la SER.

En el reconocimiento de sus magisterios, Delkáder siempre ha sido explícito con respecto a sus referentes: Federico Joly, Jesús de Polanco, Jesús de la Serna y Juan Luis Cebrián. Y guarda en el corazón un ejemplo, el del periodista gaditano Fernando Fernández, un innato cultivador de la noticia que siempre trabajaba con un secreto en la cartera: su última crónica, que debía publicarse como información póstuma y que Delkáder ha guardado, en un marco, en todos sus despachos.

Es un ciudadano multicultural: la familia de su madre llegó a Jerez desde Cataluña y su padre vino desde Marruecos. 'Yo soy un producto de esa mezcla y mi familia me inculcó una dimensión: su universalidad. Yo me siento ciudadano del mundo'. ¿Y qué es un andaluz? 'Yo soy enemigo de las definiciones, pero creo que el andaluz suele ser un tipo creativo y trabajador, aunque también suele ser acomodaticio'.

Andaluz del mar y de la diáspora, Delkáder cree que el momento crucial de su tierra se produjo a raíz del referéndum, 'cuando Andalucía recuperó su autoestima, tuvo conciencia de que su bandera no era sólo la del Betis, se levantó de la humillación de sus libertades y sus ciudadanos se pusieron en pie'. Ahora, tantos años después, Delkáder cree que 'hemos comenzado un camino de progreso y desarrollo que está en sus primeros tramos; para culminarlo debemos ser más autoexigentes, tenemos que luchar contra la autoacomodación, porque se vive muy bien y hay que luchar para ganar un futuro de mayor calidad'.

En esa trayectoria política de Andalucía, 'es de necios negar que los veinte años del PSOE han supuesto el mayor adelanto ciudadano, cuantitativa y cualitativamente, de los últimos dos siglos de historia'.

Sus compañeros de EL PAÍS recordamos una frase habitual de Delkáder: 'En caso de duda haz periodismo'. 'Eso quiere decir que te debes a tus lectores, a tus oyentes, y que no hay otras normas éticas que la veracidad de lo que le vas a contar a la gente'. Lo aprendió de Fernando Fernández: 'Jamás usar el periódico y la información en contra de nadie'.

Es su credo de una profesión que siempre cultivó en equipo; cuando perseguía la noticia y luego el periódico aparecía con ella, blandía el ejemplar en medio de la Redacción, y su satisfacción se traslucía en su júbilo: '¡Hemos hecho un gran periódico!'

Ahora le toca celebrar su medalla.

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