Policías contra policías en Madrid
Los antidisturbios disuelven a golpes una protesta de policías municipales
Una concentración convocada ayer por los sindicatos de la Policía Municipal de Madrid terminó en graves incidentes cuando unos 60 antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía lanzaron pelotas de goma y cargaron contra los agentes municipales. Los antidisturbios se emplearon a fondo durante una hora para disolver a los 2.000 concentrados junto a la sede del Ayuntamiento. Este acto no había sido autorizado por la Delegación del Gobierno. Hubo 17 heridos, entre ellos 14 policías municipales y un fotógrafo de EL PAÍS.
Los cinco sindicatos habían convocado la concentración frente a la Casa de la Villa a las doce del mediodía para protestar contra la remodelación del cuerpo impulsada por la concejal de Policía Municipal, María Tardón. Una fuerte presencia policial les impidió plantarse delante del edificio del Ayuntamiento para boicotear el pleno que se celebraba desde las nueve de la mañana. La policía municipal había colocado a esa hora una doble hilera de vallas metálicas que impedían el paso a cualquier persona. Unos 25 agentes locales, dirigidos por un inspector, vigilaban esta zona. Fuera del área acotada había dos grupos de antidisturbios.
El responsable del dispositivo de vigilancia pidió en tres ocasiones a los sindicalistas que abandonaran la calle Mayor y que no interrumpieran la circulación de la zona. A unos 500 metros, en el Palacio de Oriente, el Rey recibía desde las 11.30 las credenciales de seis embajadores. Éstos siempre se dirigen en carruajes escoltados por guardias reales. Pero la concentración de policías municipales les impedía el paso. Los manifestantes se opusieron a retirarse, alegando que estaban 'ejerciendo un derecho constitucional'.
Los antidisturbios se vieron incapaces de mover la masa de concentrados, por lo que recurrieron a medios más violentos: lanzaron decenas de pelotas de goma directamente contra los manifestantes, situados a menos de 25 metros. También dispararon gases lacrimógenos, mientras otros policías la emprendieron a porrazos con los manifestantes. Algunos de éstos, que intentaron defenderse con las manos, resultaron lesionados. 'No son compañeros. Son hijos de puta'. 'No tenéis vergüenza, somos policías como vosotros' y 'ya podréis, hemos venido sin armas', gritaron los agentes locales a los policías nacionales antidisturbios.
Cuando éstos se replegaron, su jefe les ordenó: 'Ni un paso atrás hasta que retrocedan'. Sus agentes no lo dudaron y la emprendieron con saña durante más de 10 minutos contra los policías municipales. En un momento dado, los manifestantes intentaron ganar algunos metros, pero los policías nacionales se emplearon a fondo. 'No dejéis de disparar bajo ningún concepto', mandó de nuevo el jefe del operativo. Los tiros de las escopetas se repetían, mientras los gases lacrimógenos cegaban a los policías municipales.
La carga policial dejó 17 heridos, entre ellos el policía municipal José María Hernández, delegado sindical de la UGT, que sufrió un infarto tras recibir un pelotazo de goma. Fue ingresado en la UVI de la clínica de la Concepción. Bernardo Pérez, fotógrafo de este periódico, recibió un porrazo en la espalda cuando realizaba su trabajo.
El pleno municipal quedó totalmente alterado por los incidentes ocurridos en la calle. Inés Sabanés, de IU, y Rafael Simancas, del PSOE, pidieron al alcalde, José María Álvarez del Manzano, que bajara a la calle a poner fin a la carga policial. El alcalde se negó y ordenó que prosiguiera la sesión.
'Peligro y cinismo policiales'
El escritor Javier Marías remitió ayer a EL PAÍS esta carta, en la que critica la 'surrealista batalla campal' entre policías nacionales y municipales. 'Muy cerca de mi casa, hoy día 21, acaba de tener lugar una surrealista batalla campal entre miembros de la Policía Municipal, que se manifestaban en la calle Mayor de Madrid contra el alcalde, y miembros de la Policía Nacional, que han cargado contra los primeros sin contemplaciones (botes de humo, porras, pelotas de goma). He de deducir que, de paso, la Policía Nacional también ha cargado contra los vecinos de la zona, ya que en mi dormitorio, situado en un tercer piso, ha aparecido una de esas pelotas de goma (amarilla y pesada, la tengo ante mí), que algún miembro de ese cuerpo habrá decidido dispararme, por si acaso me daba (nada personal, sin duda). El ministro del Interior debería tal vez advertir a sus fuerzas respecto a la conveniencia de no disparar contra las casas de la población. Y también debería recomendarles que no empleen el cinismo con tanta desfachatez. He bajado con la pelota en cuestión, me he acercado a un mando de la Policía Nacional, le he preguntado si el esférico era suyo, me ha dicho que sí. Y al decirle yo entonces que me explicara cómo diablos la había encontrado en mi alcoba (si llego a estar en el balcón me noquea sin remisión), ha contestado, con un encogimiento de hombros y chulería en el tono: 'Habrá rebotado desde el suelo'. Hasta un tercer piso... Es conveniente que los lectores sepan que los suelos de Madrid son, según la Policía Nacional, un auténtico trampolín'.
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