La fallecida Débora recibió demasiado anestésico, según Toxicología
La mepivacaína se usa en intervenciones quirúrgicas de tipo menor
Los análisis del cadáver de Débora Catalán, la paciente de 36 años que murió en el centro clandestino de estética Icema el pasado 25 de enero, revelan que tenía niveles tóxicos del anestésico mepivacaína, según el informe del Instituto Nacional de Toxicología. Ese dato refuerza la hipótesis de que el médico Gerardo Raúl Senderowicz iba a practicarle una intervención menor, aunque más compleja que la mesoterapia [tratamiento contra la celulitis por inyecciones intradérmicas] que él sostiene que iba a hacer.
Débora Catalán, bisnieta del célebre pensador Ramón Menéndez Pidal, acudió el 25 de enero a un centro clandestino de estética de la calle Maldonado (distrito de Salamanca) para someterse a una operación de reducción de la grasa de los muslos. Sin embargo, antes de la intervención comenzó a sufrir convulsiones y entró en parada cardiorrespiratoria. Los facultativos de una UVI móvil del Imsalud-061 intentaron reanimarla durante 30 minutos, pero la paciente no se recuperó. Gerardo Raúl Senderowicz señaló a EL PAÍS 10 días después del fallecimiento que Catalán había acudido a su consulta para someterse a una mesoterapia (tratamiento contra la celulitis mediante inyecciones intradérmicas, que no precisa anestesia).
Los análisis de la sangre extraída al cadáver han demostrado que la paciente tenía 16,2 microgramos de mepivacaína por mililitro de sangre, según recoge el informe emitido por el Instituto Nacional de Toxicología. Ésta es una cantidad excesiva, que resulta muy tóxica para el cuerpo humano, según explicaron fuentes médicas.
Impulso nervioso
La mepivacaína es un medicamento que bloquea la conducción nerviosa, ya que previene el inicio y la propagación del impulso nervioso. Se utiliza como anestesia regional y local por infiltración. Debe administrarse con precaución en pacientes con epilepsias, enfermedades de corazón, hígado o riñón o estados de shock. Tampoco se puede administrar en zonas inflamadas o infectadas.
Los análisis también sugieren que a Débora Catalán le habían inyectado 4,9 microgramos de lidocaína por mililitro de sangre. Esta cantidad resulta alta, pero no tóxica, y puede tener un fin terapéutico para el organismo.
Fuentes de la instrucción explicaron ayer que los resultados de la analítica inducen a pensar que Catalán iba a someterse a una laserlipólisis [reducción del tejido adiposo mediante la destrucción de la grasa por los efectos del láser], que requiere anestesia local o regional, como sostiene la familia. Además, el cadáver de la fallecida tenía marcadas con rotulador ciertas zonas de los muslos. Este procedimiento no se utiliza en las mesoterapias.
El Instituto Nacional de Toxicología no ha podido determinar si Débora Catalán falleció de un shock anafiláctico [una reacción alérgica a algún medicamento]. Toxicología no descarta que la muerte se debiera a otro tipo de shock, como el neurovegetativo.
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