Molina mantiene de pie al Deportivo
El equipo de Irureta superó al Juventus al principio, pero acabó sufriendo por echarse atrás
JUVENTUS 0| DEPORTIVO 0
Juventus: Buffon; Thuram, Ferrara, Iuliano, Pessotto (Zalayeta m. 79); Zambrotta, Conte (Zenoni m. 79), Tachinardi (Maresca m. 60), Davids; Del Piero y Trezeguet. Deportivo: Molina; Héctor, César, Naybet, Romero; Sergio, Mauro Silva; Scaloni, Valerón (Duscher m. 67), Amavisca (Capdevila m. 89); y Tristán (Pandiani m. 79). Árbitro: Hugh Dallas (Escocia). Amonestó a Thuram, Conte y Héctor. Unos 15.000 espectadores en Dell e Alpi. Molina detuvo un penalti lanzado por Del Piero (m. 73).
A medida que avanzó el primer tiempo, cada vez fue menor la cadencia de las acometidas italianas, para solaz de un Deportivo al que le sobró prudencia y le faltó profundidad. El cuadro de Irureta manejaba el partido con soltura, pero se moría casi siempre en el umbral del área. Los intentos de Tristán y de Valerón o la insistencia de Amavisca, magnífico en sus centros por la izquierda, tropezaron con la eterna virtud italiana, esa admirable solvencia defensiva que parece eximirles de la obligación de jugar al fútbol. El partido parecía a punto para que el Depor le pusiese algo de osadía para ir a por el triunfo. Pero Irureta eligió la solución conservadora y a punto estuvo de lograr lo contrario de lo que se proponía. El técnico retiró a Valerón para introducir a Duscher, un medio defensivo, y el Depor empezó a recular peligrosamente frente a un rival que desconectó el freno y tocó a rebato. El destino fue irónico con Irureta: Duscher perdió la pelota que provocó el penalti fallado por Del Piero. Poco antes, uno de los múltiples errores de César había permitido un remate de Trezeguet que se fue a la base del poste. La apacible noche dejó paso a un rato de agobio, con el Depor colgado del larguero y la defensa tiritando ante el bombardeo italiano. Bajo el manto protector de Molina, la defensa del Depor resistió el asedio y la Juve pagó su deplorable desempeño de la primera parte. El fútbol debía de estar indignado por lo ocurrido al principio y concedió una pequeña dosis de fortuna al único que, con todas sus prevenciones, había intentado, al menos, respetar las reglas del juego.
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