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Columna
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'Colección blanca'

Cuando llega el mes de febrero todos los ambientes artísticos parecen estar preñados por el fenómeno Arco. No cabe duda de que la feria de mercadeo artístico más importante de España hace mella en todos los segmentos del circuito; incluso este año el escaparate ha sido aprovechado por Artium, el nuevo museo de Vitoria, para presentarse exitosamente ante un público de especialistas. Entre los pasillos por donde se reparten los stands alquilados por las galerías se llegan a ver algunas novedades fotográficas con precios de desmayo, pero tomémoslo con deportividad. Bien es sabido que resulta muy vulgar detenerse en menudencias pecuniarias cuando se trata de conformar los caprichos artísticos, por lo que cada cual es libre de disponer a su manera. Se puede salir corriendo y frustrado, o encargar la obra del antojo para disfrute personal y mecenazgo del arte.

Otro tipo de mecenazgo, aunque bastante menos prosaico, es el que se lleva a cabo desde el grupo Ongarri de Elgoibar. En este caso prima la buena voluntad y la pasión por la fotografía. El beneficio se reparte entre todos los amantes de esta disciplina. El factor comercial pesa muy poco y, como de todos es sabido, en este mundo de mortales tampoco es la fórmula más adecuada para sostener las empresas a largo plazo. Siempre existe un factor intermedio que permite llegar más lejos. Pero entre tanto, quiero decir, en el paréntesis de una programación regular y selecta de exposiciones en la Casa de Cultura de la localidad, se han atrevido a lanzar una Colección blanca de fotolibros de autores establecidos u originarios del País Vasco y Navarra. La denominan colección de Fotografía vasca aunque, si matizamos sobre un lenguaje tan universal como es la fotografía, el calificativo 'vasca' resulta demasiado estrecho, incluso inadecuado por lo restrictivo.

El formato de la publicación es reducido, manejable y sabroso en contenido. Bajo tapas flexibles contiene textos en euskera, castellano e inglés. La coordinación y selección corre por cuenta de Jesús Mari Sarasua y Jokin Martínez. De los doce tomos que tienen previsto editar, hasta el momento han salido seis. Los autores elegidos hasta ahora han sido Roberto Botija, Nicolás López, Pilar Albajar al alimón con Antonio Altarriba, Gorka Salmerón, Eduardo Arrillaga y Gorka Lejarcegi. Sin duda, podría haber otra selección de gentes con méritos indiscutibles, cuyas fotos duermen a la sombra de un archivo y que algún día será preciso sacar a la luz, pero los elegidos hasta el momento (seguro también los que están por llegar) nos ofrecen un amplio panorama de los caminos por donde discurre la fotografía en el mundo actual. Corrientes expresionistas, paisajes industriales, fotomontajes, deconstrucción y construcción de la naturaleza, el reportaje en profundidad con matices antropológicos y de recuperación de tradiciones, o la complejidad de unos retratos extrayendo el lado más insólito de los personajes.

El esfuerzo que realizan los editores no siempre encuentra el resultado deseado. Los libros, por misterios incomprensibles de la distribución, se pueden encontrar en librerías especializadas de Barcelona, pero resulta imposible hacerlo en algunas de las más frecuentadas en las capitales vascas. Algo un tanto inexplicable para los amantes del tema. Si faltan palabras para aplaudir la iniciativa, en otros momentos se la encuentra aislada, encerrada en un recinto demasiado estrecho. Debe salir a una plaza más amplia, incluso contar con la colaboración de otros grupos similares a Ongarri que trabajan un tanto arrinconados. En definitiva, buscar la posibilidad de trabajar en equipo junto a quienes tienen intereses similares. Conformar actividades que aglutinen los máximos esfuerzos de cada territorio histórico o en la comunidad autónoma vasca y así promover un proyecto capaz de exportar, con solvencia y garantía, lo que aquí se produce.

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