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LA COLUMNA | NACIONAL
Columna
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España entera

Josep Ramoneda

DEL MISMO MODO que La Trinca no podía imaginarse el pelotazo que daba cuando se inventó Operación Triunfo, el más distinguido publicitario del mundo no habría diseñado mejor spot para la Ley de Calidad de la Enseñanza o para la futura ley del botellón. Algunos comentaristas se han lanzado contra el portavoz del PP en la Comisión de TVE por decir que Operación Triunfo impulsa los mismos valores que el PP'. No iba tan desencaminado el hombre. ¿Cuáles son los valores que Operación Triunfo vehicula? Competitividad, trabajo, éxito, familia, juventud sana y pura, y España. La historia enseña que cada vez que se ponen todas estas cosas juntas se acaba encerrando a los jóvenes en campos de pioneros. Naturalmente, el dinero no apareció hasta el final para no embrutecer un espectáculo tan diamantino. Fueron los empresarios y no los artistas -como corresponde al mundo de hoy- los que dieron la buena nueva a los ganadores: trabajo, trabajo, trabajo y un cheque en la mano. En medio de tan ordenada algarabía, todos acababan apelando a España entera. Curiosa expresión que revela un patriotismo lleno de dudas.

De España a la familia. Los padres de los ganadores compartían con algunos voceros del PP el entusiasmo porque este programa había vuelto a unir a las familias, ante la tele, por supuesto. ¿En qué estarían pensando? Efecto colateral del éxito, España ha vivido unos días en un clima de televisión única. Todos pendientes de La Primera, incluida la competencia que -empezando por el cutrerío couché de Crónicas marcianas- intentó ponerse desesperadamente a rebufo del éxito. La familia unida en torno a la televisión única. ¡Cuántos recuerdos en blanco y negro! Decididamente, el país ha dado un gran salto, el que va de Reina por un día a Operación Triunfo.

El PP ha visto en la pantalla la España de sus sueños. Y se apresta a acompañarla con el coro legislativo correspondiente. ¿Qué es la reválida al lado de las exigentes pruebas que han pasado estos jóvenes esforzados durante cuatro meses? ¿Qué son los itinerarios que discriminan a los triunfadores de los del montón si para todos los perdedores hay un coche que les aguarda en la puerta de salida? ¿Qué cabe esperar sino la aclamación nacional a la ley del botellón si la renuncia al vicio por el deporte, el esfuerzo y la academia conducen directamente al estrellato? La derecha interpreta que votando a Rosa o a los dos David, los televidentes han validado los valores del PP. La oposición, que no quiere quedar fuera del éxito, se ofende y se escandaliza.

Quizá habría que recordarles lo poco que han hecho por defender valores alternativos. Así que todos firmes ante la apoteosis de Operación Triunfo. Cuando un karaoke de lujo cuela como promoción musical la confusión cultural es ya definitiva. Pronto dará lo mismo Beethoven que David Bisbal.

El PP, por razones de psicopatología de grupo que se me escapan, exhibe a menudo un agrio desprecio por los perdedores, cuando se trata de justificar la Ley de Inmigración como cuando se defiende la Ley de Calidad de la Enseñanza. Y, sin embargo, compuesta bajo la quimera del éxito, Operación Triunfo no engaña: sólo tres son los ganadores, aunque se edulcore la derrota con coches y contratos. La realidad acaba frustrando todas las utopías, también las del PP. Los jóvenes seguirán bebiendo alcohol, por más que el Gobierno siga con la costumbre de adornarse ante su electorado con leyes que no se van a cumplir. Y pronto se verificará que los itinerarios de la señora ministra de Educación sólo sirven para garantizar que los que tienen recursos lleguen hasta el final y los que no los tienen se queden por el camino.

Por fortuna, a uno de los dos David de Operación Triunfo, no recuerdo cuál, se le escapó: 'No se crean, que nosotros también le damos al Larios'. Fue un alivio, porque empezaba a resultar preocupante el destino de este país en manos de una juventud tan aseada, tan trabajadora, tan llena de pureza, tan hecha a repartir decenas de abrazos por minuto, que es la imagen que más ha prodigado este gran boom televisivo.

Cabe esperar que si el modelo que el PP, con su fascinación americana, nos impone es el Salt Lake City del puritanismo mormón y la represión de las patinadoras artísticas, por lo menos nos encontraremos a alguno de los chavales de Operación Triunfo en la primera línea de resistencia.

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