Ni música ni gimnasia
El caso de San Lorenzo de El Escorial no es único. En Almería se produjo meses atrás otro, ya resuelto tras un largo tira y afloja. Dos menores paquistaníes, de 17 y 15, de religión musulmana, solicitaron plaza en un instituto de la capital. Comenzadas las clases, los responsables del centro descubrieron que los chicos tenían una hermana en edad de enseñanza obligatoria (hasta los 16 años) adolescente, K. J. S., que sin embargo no estudiaba. El asunto fue puesto en conocimiento de la delegación, que ordenó la inmediata incorporación de la chica al instituto.
Los padres accedieron y la chica -que ahora está en segundo de ESO- empezó a ir a clase. Pero se planteó otro problema. Decía que no podía ir a clase de música ni de educación física, porque su religión no le permitía cantar ni ponerse indumentaria deportiva. Mientras la joven ponía estas pegas, sus hermanos llevaban una escolarización normal, igual a los demás chavales.
Constitución
El centro volvió a consultar a la delegación. La Administración respondió que la chica debía cursar esas dos asignaturas, basándose en el principio de no discriminación por razón de sexo proclamado en la Constitución. 'Un alumno puede eximirse de gimnasia por un impedimiento físico, pero no por un motivo ideológico', apuntó ayer un portavoz de la delegación almeriense al serle recordado el caso.
Los responsables del centro volvieron a hablar con los padres, les explicaron que su hija no podía ser eximida de dos asignaturas obligatorias por razones religiosas y les convencieron de que no había otro camino que su escolarización 'como una más'. Aunque al principio la niña asistió 'a regañadientes', ahora hace educación física con el mismo atuendo que sus compañeras y también participa en las clases de música. El centro le permite que lleve un pañuelo en la cabeza y da su caso por zanjado.
Para el portavoz de la delegación, este caso fue 'un triunfo', gracias a que existen 'bastantes normas protectoras de los menores' que no dejaron ni un resquicio para que la niña quedara excluida del sistema educativo.
También en un instituto de Leganés (Madrid) se dio un caso parecido, hace cuatro años, con una marroquí de segundo de ESO, informa Ana López Escudero. 'Recuerdo que llegó un padre y nos comentó que no quería que su hija fuese a clase de gimnasia', asegura Elena Sanz, la trabajadora social de ese centro. 'Y resulta curioso, porque el primer año el padre no nos dio ningún problema. Fue cuando le llegó la regla a la niña. Pero tuvo que aceptar que, como todas las alumnas, su hija debía hacer gimnasia'
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