Sin fuerza
Mucho deben variar las cosas para que el Partido Popular Andaluz, de aquí a los primeros comicios electorales en el 2003, pueda presentar otra cara a la actual. Ultimamente tienen cara de estaca. Como si tuvieran estreñimiento. Le vienen dadas casi todas por el mismo lado, o sea por parte del Gobierno central. Hay un intento de crear una especie de comisión de notables del PP que hagan un seguimiento de las políticas generales del Estado y sus repercusiones en Andalucía. Hay voces en el PP andaluz que piden coordinación o al menos saber con anterioridad qué nueva guerra se abre en nuestra tierra porque un mal día se levanta cabreado, cosa nada rara por otra parte, los Rato, los Cañete, los 'Pacocascos' y hasta el mismísimo Posada que mira que es difícil que pierda su amable compostura. La última palabra la tendrá Javier Arenas, con orden expresa de su jefe de ganar las elecciones andaluzas.
No es posible, dicen, que decisiones del Gobierno que afectan muy directamente a Andalucía las conocen por los medios informativos o cuando ya no es posible introducir cambios sustanciales. Ultimo ejemplo y es uno sólo, la política seguida con un producto eminentemente social como es el algodón o que Teófila Martínez tuviera que recurrir al ideólogo de Casares para intentar explicar lo que no podía: el peaje de la autopista Cádiz-Sevilla. Y muchos ejemplos más. Ahora se viene encima el traspaso de las políticas activas de empleo, con una mayoría de ayuntamientos andaluces reinventando el 2 de mayo o cuando la movilización por el estatuto andaluz.
El PP andaluz, además de tener que aguantar los veinte años de Gobierno socialista en Andalucía, debe soportar un plus añadido de no poder explicar o justificar posiciones que en Andalucía no se entienden como en el resto de España y ver la patética imagen de Teófila Martínez utilizando el condicional para anunciar que posiblemente el ministro Aparicio, 'en la próxima semana' tratará la transferencia.
Muy difícil lo tiene el PP en Andalucía si su fuerza en el Gobierno de Aznar está condicionado por los condicionales. Y es que no hay peor que ser incondicionales por miedo a perder la silla. FIN.
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