Japón se enfrenta a otro año de recesión
El país arranca 2002 con la Bolsa en mínimos históricos, más paro, el consumo estancado y la banca al borde de la quiebra
'Haremos un esfuerzo para crecer un 1% en 2003', anunció ayer el ministro de Finanzas japonés, Masajuro Shiokawa. Con esta frase, Shiokawa se despidió de la cumbre del G-7 celebrada durante el pasado fin de semana en Ottawa (Canadá). El comunicado final del G-7 no pudo ser más benigno con Japón, a pesar de que no hay un analista que no considere que el sistema financiero del país está técnicamente en quiebra y que la fuerte depreciación del yen amenaza la recuperación de los países industrializados.
Aunque parezca increíble, la situación de Argentina y Japón no son tan dispares, la banca de los dos países está al borde de la quiebra y el consumo está estancado en los dos. La diferencia que los separa es que Japón tiene dinero, y el país suramericano, no. Para este año, se prevé que Argentina registre un crecimiento negativo del 5%, y Japón, de entre el 1% y 1,5%, también negativo.
A comienzos de la semana pasada, el Gobierno del primer ministro Junichiro Koizumi restó importancia a la situación de los bancos. Ello provocó el desplome de la Bolsa de Tokio a su nivel más bajo en 18 años, arrastrada, justamente, por la banca. El índice Nikkei se situó por debajo del Dow Jones por primera vez en 44 años. Al término del tercer trimestre de 2001, Japón entró en recesión por segunda vez en tres años y el país ya estaba estancado desde hacía una década. Tras la crisis de 1998, desde los grandes economistas hasta las propias autoridades japonesas reconocieron que el gran problema era el agujero negro de la banca.
Las 17 mayores entidades del país arrastraban 194.500 millones de euros en préstamos incobrables hasta finales del tercer trimestre de 2001, según la Agencia de Servicios Financieros del Gobierno. Para bancos extranjeros, como Goldman Sachs, la cifra real de los préstamos morosos es el doble. Añadido a esto, los nueve mayores bancos perdieron más de 43.000 millones de euros en Bolsa tras el desplome del martes, según el diario Nihon Kenzai. Standard & Poor's rebajó recientemente la calificación a siete grandes bancos japoneses y ha comenzado a aplicar a éstos los métodos que utiliza para medir la solvencia de los bancos de países en vías de desarrollo.Ayer, el Gobierno anunció que destinaría 80.000 millones de euros para reflotar la banca, y el Nikkei experimentó el mayor alza en cuatro meses.
Cuando Koizumi llegó al poder en abril de 2001, con una altísima popularidad, la comunidad internacional pensó que era el hombre capaz de llevar a cabo la reforma radical que la banca y la economía japonesas necesitan para salir de la crisis. Pasó el tiempo y las expectativas se fueron desinflando. Tras la destitución de la ministra de Exteriores, Makiko Tanako, y las declaraciones de la semana pasada, los expertos comenzaron a detectar la mano férrea del gobernante Partido Demócrata Liberal (PDL), reacio a que las cosas cambien. Desde la crisis de 1998, sólo uno de los cuatro primeros ministros, Keizo Obuchi (fallecido en mayo de 2000), logró poner en marcha una tímida reforma de la banca, cuyo resultado más visible fue la ola de fusiones que dieron lugar a grandes grupos financieros como el grupo Mizuho o el Banco Dai-Ichi Kangyo. Pero ni Ryutaro Hashimoto antes, Yoshiro Mori después o Koizumi ahora han podido emprender o completar una reforma radical de la economía.
La banca es un gran problema, pero no el único. En 2001, el índice de precios al consumo registró el mayor descenso en 30 años. Las ventas minoristas cayeron por quinto año consecutivo, y las de los grandes almacenes, al nivel mínimo en una década. La tasa de paro cerró el año al 5,6%, un récord. Incluso el alguna vez envidiado excedente comercial japonés se desplomó a un mínimo de 18 años.
Las sucesivas y simultáneas políticas para impulsar la economía no han dado resultados y, según los expertos, nada reactivará la economía hasta que se sanee el sistema financiero. El Ejecutivo inyectó más de 1,5 billones de euros en la economía y lo que consiguió fue elevar la deuda pública al 150% del PIB y la revisión a la baja de la solvencia del país de las agencias de calificación financiera. También, desde hace tres años, el Banco de Japón mantiene los tipos de interés al 0,10% para estimular el consumo y facilitar el acceso al crédito. Por último, Japón apeló a una medida de extrema necesidad: la devaluación de la moneda.
Depreciación del yen
Sólo en los últimos tres meses el yen se ha depreciado un 10%, por debajo de los 134 por dólar (durante la crisis del 98 llegó a superar los 150). El Gobierno japonés nunca ha dicho abiertamente que interviene el mercado para depreciar su moneda con el fin de favorecer sus exportaciones. De reconocerlo, provocaría el malestar de China y del resto de sus vecinos asiáticos, cuyas divisas están estrechamente relacionadas con el yen. El secretismo también es para evitar que los intermediarios del mercado socaven la política monetaria. Si saben con certeza que el banco central intervendrá a la baja, venden antes de que eso suceda y compran más barato después. Los especuladores ganan con la diferencia y al banco le cuesta más dinero.
La fuerte devaluación del yen es lo que más preocupa a los analistas consultados. De entre ellos, la explicación de José Ramón Díez, del servicio de estudios de Caja Madrid, es la más clara y concisa. 'El excesivo abaratamiento de las exportaciones japonesas puede forzar al resto de las economías asiáticas a devaluar para mantener la competitividad. Ello supondría una invasión de productos asiáticos a bajo precio en los países industrializados. En épocas de gran crecimiento no sería problema, pero en este momento de baja actividad puede socavar todos los esfuerzos de Occidente para salir de la crisis. Japón puede exportar su recesión y su deflación [caída generalizada de los precios] a otros países si sigue devaluando su moneda'.
La táctica japonesa representa un gran riesgo para países que mantienen el ritmo de las importaciones, como es el caso de España. La comunidad internacional ha tolerado la depreciación del yen para ver si de este modo Japón salía finalmente del atolladero. El yen a 125 por dólar no representa un peligro, pero por encima de 130, se considera que sí.
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