La larga y luminosa tristeza
En el pórtico de Kaleidoscopio, la obra con la que el novelista, ensayista y crítico literario mallorquín José Luis de Juan fue finalista en el reciente Premio Nadal, leemos dos frases extraídas de Camus y Chesterton. El fondo moral de esta novela, con las absurdas metas de algunos de sus personajes, le deben algo a los lúcidos interrogantes sobre la condición humana que el autor de El extranjero nunca dejó de hacerse. Y de Chesterton, la novela del autor mallorquín nos recuerda esa gélida sensación de irrealidad premeditada hacia la tragedia, sin gobierno visible que encontramos En el hombre que fue jueves. Y podría pasar que el lector de esta interesantísima y muy bien lograda novela, hallara algo de las innombrables pesadillas kafkianas. Las citas que preceden la novela de De Juan, autor, dicho sea de paso, de valiosas novelas como El apicultor de Bonaparte y Este latente mundo, por tanto, no son superfluas. Nos orientan en su interpretación y defienden ese acuerdo y afinidades que deben darse entre obras por encima de lenguas y tiempo.
KALEIDOSCOPIO
José Luis de Juan Destino. Barcelona, 2002 308 páginas. 15,90 euros
Kaleidoscopio nos cuenta una historia de anarquistas durante la dictadura de Primo de Rivera. Su protagonista, Agustín Claver, es un capitán del ejército español, el mismo que conoció la debacle de Annual. Esta humillante derrota preparó en Agustín el suficiente poso de desilusión como para ser captado por cualquier instancia ideológica que le prometiera sentirse partícipe de un cambio radical en la sociedad. Su curiosidad abierta a variopintos saberes más un auténtico sentido de responsabilidad civil y solidaridad humana completaron su perfil para la gran causa del anarquismo mundial al que se sintió llamado. Pero tardó en descubrir la pavorosa trama que lo iba arrojando lentamente hacia el precipicio. En este fantasmal camino, conoce el amor de una mujer irrepetible, la amoral sustancia del teniente Homar, un personaje como sacado de El agente secreto, de Conrad, el insondable Thompson, la amistad balsámica y algo melancólica de su amigo Santiago Despuig, el ominoso financiero Verga.
José Luis de Juan ha ideado un artefacto perfecto de reconstrucción histórica. Pero no estoy hablando de novela histórica, sino de una novela que plantea el nudo moral de una aventura absurda, con terrorismo y víctimas incluidas, en donde está comprometida la historia que todos conocemos y, sobre todo, la enorme cuota de ficción fantástica, ingenua y cruel de la que parece estar sacada. Kaleidoscopio se leerá con esa rara fruición con que se leen los buenos libros de aventuras humanas fallidas, ágiles en su desarrollo argumental y en su manejo del ritmo y algo luminosamente tristes en sus imprevisibles desenlaces.
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