_
_
_
_
Tribuna:SOBRE LA DECISIÓN DEL TSJ
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El futuro de El Cabanyal

La semana pasada, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha emitido un auto sobre la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez; un proyecto que Rita Barberá y el PP han venido defendiendo en contra de muchísimas voces: de muchos ciudadanos, de la Federación de Vecinos, de la Universidad, de arquitectos, de historiadores, de periodistas... y de los grupos políticos de la oposición. El Tribunal Superior de Justicia ha suspendido la prolongación porque, a juicio de los socialistas, es un proyecto con fundamentos razonables de ilegalidad al atentar contra el patrimonio cultural y artístico, y contra lo más preciado para los cabanyaleros: su barrio.

En mi opinión, hay dos valoraciones que extraer de este auto judicial:

1) Significa un varapalo a la política urbanística que el PP está llevando a cabo: agresiva y demoledora, sin consideración con el patrimonio y los núcleos históricos, sin respeto a los barrios.

2) También significa algo más serio porque afecta a la forma y modos de gobernar: no se puede imponer un plan urbanístico contra la voluntad de los ciudadanos afectados.

Éste es para mí el punto fundamental en el que Rita Barberá se ha equivocado completamente. El PP ha intentado imponer su criterio aún contando con la oposición de muchos. No se puede gobernar con el 'ordeno y mando': hay que buscar el consenso, el diálogo, el acuerdo, y la máxima satisfacción del conjunto de los ciudadanos, porque eso, en definitiva, es la democracia.

Pero Barberá y el PP no han sido ni hábiles ni democráticos: desde el principio han intentado imponer su criterio y han ahogado a El Cabanyal, llevando al barrio a una situación desesperada de marginación y abandono con el fin de justificar el proyecto de prolongación. Dice la alcaldesa para su exculpación que el PP ha ganado en las elecciones y que, en su programa electoral, figuraba la prolongación de Blasco Ibáñez. Cierta la afirmación pero equivocado el resultado.

Los votos de las urnas no le dan el derecho de usurpar la voz de los ciudadanos para decidir sobre los asuntos que les afectan directamente. Pero hay más.

El Cabanyal-Canyamelar, igual que el resto de los barrios del Marítimo (Natzaret, El Grao, Malva-rosa) llevan los 10 años de mandato de Barberá esperando que lleguen las inversiones a sus barrios. Inversiones que nunca llegan.

¿Por qué no se combate la principal lacra que tiene el Marítimo: la inseguridad ciudadana? ¿Por qué no hay farolas nuevas y buena iluminación como en otras zonas de la ciudad? ¿Dónde están los arreglos de aceras o la buena limpieza de las calles? ¿Por qué no se han construido colegios e institutos y en cambio se disminuyen las partidas de mantenimiento de las escuelas existentes? ¿Por qué siguen existiendo centros de salud apuntalados, con salas cerradas y graves deficiencias? ¿Por qué no se han hecho los jardines, arreglos de plazas y calles, los aparcamientos necesarios o se han eliminado los innumerables solares que están convertidos en verdaderos vertederos públicos?

Para todo ello, no hace falta el proyecto de prolongación de Blasco Ibáñez. Hace falta que el PP quiera y no ha querido. Que no siga acusando Barberá a aquellos vecinos que no quieren su proyecto de prolongación de que buscan hundir a El Cabanyal, porque hay más métodos para salvarlo que destruirlo por medio, como el PP pretende hacer. Y que no siga la alcaldesa chantajeando al barrio diciendo que no habrá mejoras si no hay prolongación, porque para invertir en todo lo que anteriormente acabo de denunciar, no hace falta que derribe más de 1.000 casas.

Muchos ciudadanos y ciudadanas del Marítimo votaron al PP confiando en que iban a invertir y mejorar sus barrios, tal y como habían prometido. Pero pasó toda la legislatura del 91, también la del 95, y pasará la del 99 sin que los vecinos vean algo más que algunas migajas y parches. Llevamos ahora 10 años de gobierno del PP y eso son 10 presupuestos que suman aproximadamente unos 100.000 millones de pesetas de inversión en la ciudad. Mucho dinero para tan pocos hechos.

Ahora, siguiendo su actitud poco democrática, dice la alcaldesa que llevará adelante el proyecto de prolongación allá donde pueda, que significa, poco más o menos, que le da igual la opinión judicial. Y añade, no sé si como amenaza o presión, que seguirá luchando para conseguir el resto de la prolongación porque, si no es así, los vecinos que allí viven no tendrán inversiones. ¿Por qué señora Barberá no habrán inversiones? ¿Acaso no hay más posibilidades que su proyecto? Nuevamente me suena al mismo chantaje que El Cabanyal ha vivido durante tantos años.

Lo que corresponde hacer hoy es ponerse a trabajar sin más excusas, realizar un plan de rehabilitación e inversión, y habilitar una partida presupuestaria para que el barrio de El Cabanyal empiece a levantar cabeza. El Cabanyal debe dejar de ser el conflicto que Barberá ha planteado, para ser el barrio marítimo del que todos los valencianos disfrutemos y nos sintamos orgullosos.

Ana Noguera es portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Valencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_