Carta abierta a Oteiza
Querido Jorge:
Llega hasta mis oídos tu estallido público discrepante con la Fundación que lleva tu nombre. Anuncias acciones legales contra ella. Quieres poner al frente de esa entidad a una persona idónea y de tu total confianza. Según dicen se trata de un experto en arte...
Qué cosas. No hace mucho andaba cerca de la Fundación, otro de tu total confianza, un experto en vídeo. Y un poco antes aún pululaba por ahí, como Pedro por su casa, un experto en literatura.
El hecho ha puesto de manifiesto que existe un fuerte enfrentamiento entre dos visiones, al parecer contrapuestas, por parte de los miembros del patronato, a la hora de decidir cuál es la línea más acertada que debe regir el futuro de tu Museo-Fundación. Sería impensable no creer que todos los miembros de ese patronato desean lo mejor para ti y tu obra. Esperemos que a través de una reflexión profunda y permanente lo logren plenamente. Y si no lo hacen, son muchos los que se lo exigirán y demandarán, con razones cargadas de autoridad intelectual y moral.
Otros son los aspectos que merecen ser estudiados, dada la peligrosidad que encierran. ¿Sabías que, según se argumenta por parte de quien has otorgado tu total confianza, se ha puesto en marcha una itinerancia internacional de ti y de tu obra? Pese a que se habla de internacionalización, más parece que se trate de mera mercantilización...
Cuando en el río revuelto de la chapuza y el chanchullo corre el dinero, las aguas no dejan de ser inocentes, por muy espumosas que sean. ¿No te das cuenta, o no quieres darte cuenta, que se ha desatado una voraz carrera para que expongas aquí y allá, so pretexto de internacionalizarte?
A las pruebas me remito: dentro de diez días exhibirán un pequeño racimo de esculturas tuyas en ARCO, en la caseta de una galería madrileña privada; después de venderle a un antiguo marchante francés una escultura de gran tamaño, colocada en el jardín de su casa francesa -por cierto, me gustó muchísimo-, se concertó una exposición tuya a celebrar en una galería de Nueva York, propiedad de la hija del aludido francés. Por pura mercachiflería o por falta de estilo, parece que la galería que muestre al final tu obra en la ciudad de los rascacielos será la Marlborough.
Quieren poner sobre tu efigie chinchetas doradas... Desde que te conozco, y va para cuarenta años, no has dejado de soltar continuas y jocosas diatribas contra 'el circo Maeght', en clara alusión a Eduardo Chillida y la Galería Maeght, que actuaba como regidora de sus transacciones artísticas. Muchos te preguntarán ahora: ¿qué nombre se pone al circo en el que te has dejado meter?
A decir verdad no me extraña nada de cuanto pasa a tu alrededor. Llevas demasiado tiempo rodeado de expertos en mediocridad. Lo comprobaste por ti mismo, cuando uno de esos expertos consiguió a última hora, y sorpresivamente, que rechazaras exponer cuatro años atrás en el Museo Guggenheim de Bilbao, y eso que a varios miembros del patronato, que aseguras son de tu actualísima confianza, les parecía de perlas que lo hicieras. A más de uno debería ponérsele el rostro del color de las cerezas.
A cualquiera le resultará fácil imaginar el fruto internacional que podía haber supuesto -con todo merecimiento-, para ti y tu obra, si se hubiera llevado a cabo la muestra del Guggenheim. Sólo diré que en esa historia estaba la Fundación al completo y al tanto de todo, mientras que en los tejemanejes de la pretendida internalización del ahora mismo apenas queda claro nada.
Pese a que creas lo contrario, resulta lamentable la situación en la que queda la Fundación que te representará a lo largo del tiempo que nos mira. Es como si tú mismo no quisieras que se haga realidad nunca. Deberías conocer el dicho popular lleno de sabiduría, oportuno para la ocasión, donde se asegura que no existe pájaro alguno que llegue a ensuciar jamás su propio nido.
Con el cariño y la admiración de siempre, quedo de ti, al modo de Hölderlin, gozosamente triste, como el corazón.
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