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Reportaje:

Caminar, esquiar y caviar

El longevo ajedrecista Víktor Korchnói, de 70 años, desvela sus secretos en Valencia

Leontxo García

Hace 60 años, durante el sitio de Leningrado, el ahora suizo Víktor Korchnói arrastraba a sus familiares muertos hasta el cementerio, buscaba cartillas de racionamiento en los cadáveres y derretía el hielo para beber. Ahora, a los 70, fichado por el club Gambito de Valencia, desayuna caviar, esquía y anda cuanto puede. Dice que todo ello le otorga la fuerza física y mental para mantenerse entre los mejores ajedrecistas del mundo. Su vida inspiró el filme La diagonale du fou, ganadora de un Óscar en 1984.

Su amigo Ricardo Calvo le convenció para que disputase el campeonato autonómico por mucho menos dinero del que cobraría en otro sitio, tras advertirle: 'El ambiente del equipo es peculiar. Todos estamos un poco locos'. Pero la sinceridad estaba calculada: 'Si sobreviví al asedio de los nazis, no creo que unos locos puedan terminar conmigo', explicó ayer Korchnói, poco antes de enfrentarse a Julen Arizmendi (Evajedrez) en la cuarta ronda, inconclusa al cierre de esta edición.

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El famoso disidente soviético escapó de la URSS en 1976 y se instaló en Suiza con su segunda esposa, Petra Leuwerik, secuestrada por las tropas de Stalin y confinada en el campo de Vorkutá (Siberia). Su atormentada existencia iluminó a los autores de la ópera rock Chess (ajedrez), de gran éxito en Londres durante los años ochenta. Muy activo, aún gana torneos, como el de Biel (Suiza), el año pasado, poco antes de terminar el 2º, sólo superado por Anatoli Kárpov, en Buenos Aires. Korchnói es el prototipo de mente sana y cuerpo sano: 'Mi caso demuestra lo importante que es la preparación física en el ajedrez de élite. Vivir en Suiza me permite esquiar a menudo, el caviar me aporta energía, y los horrores de la infancia me dan fuerza psicológica'.

Sin carné de conducir

La afición a los largos paseos tiene su propia historia: 'Hace 17 años choqué con mi automóvil contra uno de la policía, y me quitaron el carné temporalmente. No he querido conducir más', agregó. Durante mucho tiempo se mostró renuente a volver a Leningrado (ahora, San Petersburgo), pero finalmente lo hizo, tras la caída del muro: 'Tuve una sensación agridulce. Mucha gente me mostraba su admiración. Otros sentían vergüenza por no haberme ayudado cuando era un disidente'.

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No era para menos. Durante los dos duelos por el Campeonato del Mundo que Korchnói perdió, en 1978 y 1981, ante el héroe soviético Kárpov, los periódicos soviéticos ni siquiera le citaban por su nombre; era, simplemente, 'el traidor'. Esos encuentros son los más escandalosos de la historia del ajedrez, debido a la presencia de parapsicólogos y gurús, que presenciaban las partidas entre el público, en los séquitos de Kárpov y Korchnói, además de numerosos incidentes.

Algunos eran meros episodios de guerra psicológica. Por ejemplo, los soviéticos pidieron que Korchnói jugase con una bandera blanca donde se leyese: 'Apátrida'. Korchnói aceptó el color pero propuso un cambio de inscripción: 'Yo me escapé'; el árbitro dictaminó la ausencia de banderas. O la protesta del disidente por los yogures que le servían a su rival durante las partidas: 'El color, tamaño y sabor pueden ser indicaciones en código sobre el desarrollo del juego'. El árbitro decidió que todos los yogures fueran iguales.

Otros factores tienen su explicación: 'Si yo estoy concentrado y con mucha energía en el escenario, ningún parapsicólogo puede perturbarme. Pero Kárpov contrató a uno que yo conocía, Vladímir Zújar, para que actuase durante los apuros de tiempo, en la quinta hora de juego, cuando yo era más vulnerable por el cansancio y la necesidad de concentrarme en realizar muchas jugadas en pocos minutos', recordó ayer el viejo gladiador.

Korchnói está convencido de que los espías del KGB no le mataron porque no pudieron. La prueba de que no exagera está en los archivos secretos del Kremlin, desvelados hace pocos años, en los que se encuentran claros indicios de esas perversas maquinaciones, también ordenadas contra otros disidentes célebres, como el bailarín Ígor Nureiev, a quien intentaron cortar las piernas. Ante la pregunta de si todavía odia a Kárpov, Víktor El Terrible, mostró su faceta más piadosa: 'No es cristiano mantener la inquina contra los enemigos toda la vida'.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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