Más que solo
Gao Xingjian ha venido a Sevilla para presentar El libro de un hombre solo, esa soledad distante, inteligente, poética y fría que transmite también en La montaña del alma. Para vivir su soledad ha creado su propio sistema, para el que necesitó crear el 'tú', que no es sino un 'él mismo' que le escucha atentamente y con el que convierte la narración en una autobiografía sorprendentemente sincera en apariencia, pues nunca hemos creído en ese tipo de sinceridad. Lo que nunca utiliza es el 'nosotros' porque lo encuentra extraño, hipócrita y superfluo. Es como si no conociera la alteridad. Está claro que si de verdad está solo no hay nosotros.
El autor sentiría terror si tuviera que expresar la naturaleza esencial de su 'yo', pues son tantas las transformaciones de su rostro como las de las manchas de una pared que se ven cada día distintas. Al final sólo queda la sorpresa. A pesar de todo, él no deja de percibir a otras personas, pero al observarlas piensa que se observa a sí mismo, y la imagen que reflejan depende de su propio estado de ánimo, luego sospecha que su comprensión de los demás, incluidas las mujeres, es tan superficial como arbitraria: puras ilusiones que él se creó para 'mistificarse'. Eso le entristece porque conduce al fracaso a sus relaciones con mujeres; y comenta que si fuera mujer le ocurriría igual con los hombres.
El problema está en la aceptación interior de su 'yo', el monstruo que no deja de atormentarle porque no se ama más que a sí mismo con locura. El 'yo', insiste, es la fuente de desdicha de la humanidad. '¿Acaso la solución a esta desdicha tiene que pasar por el ahogo del 'yo' consciente? He aquí porqué Buda enseñó la iluminación. Todas las imágenes son mentira, la ausencia de la imagen también'.
Dice Gao Xingjian que el hecho de no tener una meta es también una meta, y que buscar cualquier cosa es un objetivo. 'La vida misma no tiene en principio ninguna finalidad. Basta con seguir adelante. Eso es todo'. El hombre está solo en las preocupaciones y los problemas; no hay salvadores para estas 'fruslerías'. Creo que no es difícil entenderle, pero el autor confiesa no comprender nada de nada. 'Así es'. Y así termina el libro. Está más que solo.
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