La consigna: 'Del trabajo a casa'

La ciudad ha sido declarada zona de peligro. Las representaciones consulares y las organizaciones internacionales, empezando por las agencias humanitarias de Naciones Unidas, impartieron ayer estrictas consignas a sus empleados para que no se muevan por el Jerusalén judío y no viajen por Cisjordania o Gaza sin un permiso previo, ante el temor de nuevos atentados. La consigna es tajante: 'Del trabajo a casa'.

La orden de alerta coincide con los pronósticos catastrofistas de los servicios secretos del Ejército israelí, quienes auguran para los próximos días 'atentados muy duros'. El jefe de la inteligencia militar, el general Aaron Zeevi, lo recalcaba ayer ante la Comisión de Exteriores y de Defensa del Parlamento: 'Vamos hacia una escalada'.

La responsabilidad de esta escalada ha empezado a recaer, como es habitual, sobre el propio Yasir Arafat, a quien desde la oficina del primer ministro, Ariel Sharon, se le volvió ayer a acusar de ser el instigador del atentado de Jerusalén, 'en la medida en que no hace nada para impedir que las organizaciones terroristas continúen actuando'.

'El atentado de hoy de Jerusalén es la continuación de la campaña de los grupos terroristas contra la población civil israelí, las mujeres y los niños, perpetrada por las organizaciones terroristas, con el apoyo pasivo o activo de la Autoridad Nacional Palestina', aseguraba de manera tajante Avi Pazner, uno de los portavoces de Sharon.

Desde el lado palestino se respondía a estas acusaciones con un ataque directo al primer ministro Sharon, a quien se le imputa 'conducir al pueblo de Israel hacia el desastre, en vez de llevarlo hacia el camino de la paz', según recalcaba un comunicado oficial de la Autoridad Nacional Palestina. El documento finalizaba asegurando que 'la solución militar por la que Sharon ha optado para resolver el conflicto con nuestro pueblo no dará ni la seguridad ni la estabilidad ni la paz a Israel'.

Por otra parte, la Comisión Europea anunció ayer desde Bruselas que los daños causados por el Ejército israelí en las instalaciones palestinas, construidas por la Unión Europea, se elevan ya a 20 millones de euros, incluyendo los ocasionados a las instalaciones de la Voz de Palestina en Ramala.