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Entrevista:JORGE GIMÉNEZ BECH | Editor

"El núcleo de lectores exigentes es cada vez menor"

Jorge Giménez Bech dirige la editorial Alberdania desde la periferia de la periferia. Su sello, con sede en Irún (Guipúzcoa), lanza 20 títulos literarios cada año, nueve de cada 10 de ellos en euskera. La empresa goza de buena salud y ya apunta a proyectos de crecimiento del 50% a medio plazo, pero Giménez Bech asegura que la edición pasa por un momento crítico por falta de una política de fomento de la lectura.

Pregunta. ¿Cómo explica que se escriba tanto, que se publiquen tantos títulos nuevos?

Respuesta. La comunidad lectora se ha cualificado mucho, ha llegado a un punto en el que el ejercicio de la lectura y la escritura, siempre vecinos, han entrado uno en casa del otro. En euskera, es todavía más acusado; el núcleo de lectores asiduos de literatura (unos 4.000) es una comunidad con inquietudes literarias, que tiene muy cerquita el paso a la autoría. La afición literaria a cierto nivel de calidad se está guetificando, el núcleo de lectores exigentes es cada vez menor. Por tanto, es fácil que den el paso a la escritura.

P. ¿Es bueno para el negocio editorial que sea así?

R. No es malo que se editen más libros si el nivel de calidad responde al momento literario de la lengua. Lo que es malo son los ruidos del mercado, la basura editorial. Cuando hablamos del número de libros editados vemos que crecen y que las tiradas bajan. Si hiciéramos un análisis cualitativo veríamos que la calidad es más alta cada vez, pero tenemos problemas para individualizar grandes plumas. La discusión no está en la parte creativa, sino en la parte lectora. No hay más lectores.

P. ¿Han tocado techo?

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R. Si es que hemos llegado al techo, no es el número deseable. Ante la falta de progresión de la calidad de los lectores deberíamos preguntarnos por qué la escuela no crea lectores. Todos estamos haciendo algo mal, porque la formación y la lectura van por caminos diferentes.

P. Parece difícil que así pueda sobrevivir una pequeña editorial.

R. En la escala que nos movemos necesitamos un buen ritmo de novedades, que mantiene la facturación, y un cierto número de aciertos por año, libros que admitan reediciones. El único secreto es reducir al máximo los costes de producción.

P. ¿Es el libro una mercancía como cualquier otra?

R. Es una mercancía que tiene puntos en común con otras en el momento de la producción y en la comercialización, pero ahí se acaban las coincidencias. Como producto cultural participa de todas las desventajas del mercado y no disfruta de las ventajas. Cuenta con la red de venta más débil de las industrias vecinas. En esta nueva Europa el principio de la excepción cultural parecía claro, hasta que, de repente, alguien pensó que se podía liberalizar el precio de los libros, y se pone en duda. Es preocupante. Una industria del libro no protegida va a significar un descenso del nivel de calidad literaria y un dirigismo de la producción desde los grandes intermediarios.

P. A las editoriales vascas no parece que les va mal.

R. El crecimiento sostenido puede empezar a desestabilizarse. Las tiradas en euskera vienen bajando, aunque seguimos vendiendo libros y mantenemos nuestras industrias, pero no se aprecia que la evolución del mercado acompañe al esfuerzo editorial. No hay una política real de fomento de la lectura, que implique a todas las partes. Estamos en un momento crítico: si no hay un esfuerzo por aumentar la cantidad y la calidad de la comunidad lectora, el eco social del hecho literario, vamos a tener problemas en todas las lenguas, y en euskera, más. Necesitamos un plan sostenible en todos los ámbitos, un fomento del libro, de su papel social y cultural, con una presencia más intensa y más rica de los escritores. Hoy se está produciendo una banalización; el escritor que está en los medios vende algo diferente a su obra. Y necesitamos potenciar la industria cultural en euskera, evitar el fantasma de la industria subvencionada, pero hacerla viable. Trabajamos de una manera más precaria de lo que parece.

P. ¿Qué ocurrirá si no llega ese plan?

R. En primer lugar, va a perjudicar al hecho literario. Vamos a perder autores, potencia en la creación, industria editorial y, desde luego, prestigio social. Los editores vamos a salir malparados, lo que sería un mal menor si hubiera recambio. Pero las panaceas que iban a venir por Internet se están revelando con más expectativas que virtualidad. Si no se discute el futuro del libro como objeto, podemos correr el riesgo de que vuelva a sus orígenes: que quede para la élite de cultos que pueda pagarlos. El riesgo de desaparición del libro no es por la competencia de otras formas de difusión, sino por inanición. La paradoja puede ser que en el momento que más y mejores escritores tenemos, menos y peores lectores tengamos.

PERFIL

Jorge Giménez Bech (Irún, 1956) iba por el camino de la Medicina hasta que a mediados de los 80 entró en contacto con el mundo editorial desde su trabajo de técnico de euskera en el Ayuntamiento de Irún. Junto a Inazio Mujika Iraola fundó en 1993, en su pueblo, la editorial Alberdania.

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