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OPINIÓN | APUNTES
Columna
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Un deseo de cambio

El grupo Dones Universitaries se conforma alrededor de una certeza compartida: la situación de las mujeres en nuestra Universidad reitera el mismo tipo de discriminación que impera en el resto de instituciones de nuestro entorno. La coincidencia de problemas semejantes -aminoramiento de la participación en los órganos de gobierno y en los puestos de responsabilidad; las dificultosas vías de ascenso en las carreras académicas o administrativas; la escasez de políticas específicas que alienten y faciliten la presencia femenina en todos los órdenes de la vida universitaria- nos ha decidido a constituirnos como grupo. Esto implica que nos hemos dotado de un espacio de análisis y discusión; pero también nos hemos constituido como un colectivo público para afirmar, profundizar, difundir y actuar en la política de la institución en la que trabajamos.

La conciencia que nos coliga no se limita a una programática ideológica; lamentablemente las estadísticas hablan de las deficiencias en la participación de las mujeres y son sobradamente elocuentes. Por supuesto que queremos trabajar a favor de la visibilidad y participación de las mujeres, pero lo hacemos con el convencimiento de que trabajamos para toda la comunidad universitaria: Profundizar en la democratización de nuestra Universidad es mejorar el clima ideológico, político y laboral de todos. Es dignificar nuestras relaciones personales y profesionales, enriqueciendo así nuestra vida cotidiana en el contexto laboral. Y, sobre todo, es trabajar por las nuevas generaciones. No podemos eludir, varones y mujeres, la responsabilidad de legar una institución mejor que la que nos encontramos. Cuando las estudiantes que en la actualidad pueblan nuestras aulas nacieron, ya contábamos con un gobierno progresista en esta Universidad; no obstante si, nuevamente, recurrimos a las estadísticas para evaluar los logros, los datos son desoladores; y, lo que es más lamentable para muchas y, afortunadamente, también para algunos, todo discurre sin que se ponga en cuestión la corrección política de las actuaciones que sustentan esta situación.

El incremento de la participación y la visibilidad de las mujeres en la democratización universitaria pasa por una renovación de la cultura interna de nuestra comunidad universitaria, por una superación de estereotipos y por una implantación de nuevos modelos culturales. Nuestra institución desempeña socialmente una función de liderazgo intelectual; introducir nuevos discursos, fomentar el pensamiento crítico e impulsar nuevos modelos de actuación, es tarea de todos y todas.

Este es un momento en que la Universidad está viviendo, por imperativo legal, un importante proceso de cambio. Es verdad que este cambio no ha sido generado por la propia comunidad universitaria; sin embargo, creemos que cabe aprovechar la oportunidad para plantearse seriamente el compromiso con la regeneración democrática de nuestra institución. Sólo así podremos conjurar la profunda disidencia ante la LOU y podrá revertir este proceso positivamente en la comunidad universitaria y en el conjunto de la sociedad. Desde la perspectiva de Dones Universitares la credibilidad de este compromiso pasa, ineludiblemente, por la lucha por la igualdad.

La renovación del equipo de gobierno y del claustro ha de suponer también una revisión del modelo de Universidad. Las propuestas políticas que se formulen desde los programas electorales deberían trascender los límites de la mera declaración de intenciones e integrar personas, varones y mujeres, comprometidos con políticas de igualdad en la participación, en la gestión y en la promoción académica. Los nuevos estatutos definirán el modelo de Universidad que todos queremos, constituirán el marco normativo en el que se refleje la voluntad real de cambio de la comunidad universitaria. Desde este punto de vista el compromiso formal con la igualdad que venimos propugnando debería adquirir el rango de disposición estatutaria, e incorporar la orientación hacia la paridad como objetivo final a conseguir.

La renovación democrática y el compromiso con la igualdad del que venimos hablando, sólo será posible si se implementan políticas de acción positiva. En la Universidad, como en la sociedad, las políticas de acción positiva se justifican por el hecho de que los hábitos, a pesar de la igualdad formal, son sumamente resistentes al cambio y las inercias en las actitudes se trasmiten de generación en generación. Si las mujeres de las nuevas generaciones que transitan por nuestras aulas carecen de información y guías en la construcción de nuevos roles y modelos de promoción social, el efecto será el mantenimiento de inercias conservadoras que lastran el desarrollo integral de todos, hombres y mujeres.

En definitiva, Dones Univeritaries , además de defender la visibilidad, los derechos de las mujeres, y el compromiso formal con su defensa y promoción, aboga por la apertura de nuevos espacios de debate que recojan un cambio de estilo y unos contenidos susceptibles de renovar la cultura interna de nuestra institución y de incidir en una redefinición de su conexión con la sociedad.

Por ello consideramos que la colaboración de Dones Universitàries es tan imprescindible como deseable desde cualquier punto de vista que ponga en primer plano la regeneración constante de la Universidad.

Firman también: Sonia Mattalia, Olga Quiñones, Carmen Aranegui, Carmen Tomás, Eva Barreno y Charo Álvarez.

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