Los viejos cautivos del desierto
Cruz Roja calcula que aún quedan 1.362 presos en manos del Polisario, casi todos mayores de 50 años
Hace cinco años, el mediador de Naciones Unidas para el conflicto del Sáhara Occidental, el ex secretario de Estado de Estados Unidos James Baker, viajó a los campamentos de Tinduf para intentar reactivar las negociaciones de paz. Los saharauis le recibieron con sus notables montados en camellos y en medio de los ululantes yuyus de las mujeres. Con la esperanza de que la comunidad internacional volviera a ocuparse de su antiguo conflicto, el Frente Polisario liberó entonces, en un gesto de buena voluntad, a 85 prisioneros de guerra marroquíes.
Poco después, en septiembre de 1997, estos detenidos seguían en Tinduf, internados a la fuerza en una cárcel sin puertas ni guardianes. Marruecos se negó entonces a recibirlos como prisioneros de guerra, por temor a que ello significase un reconocimiento implícito del Estado saharaui. En este absurdo vacío legal murieron en el desierto argelino al menos dos de los presos que habían sido liberados.
Con el nuevo rey marroquí, Mohamed VI, las cosas cambiaron y los prisioneros de guerra marroquíes en manos del Polisario comenzaron a regresar a su país. El 26 de febrero de 2000 el Comité Internacional de la Cruz Roja organizó una primera operación de repatriación de 186 detenidos, en la que figuraban los militares marroquíes excarcelados con ocasión de la visita del jefe de la diplomacia norteamericana. En diciembre de ese mismo año fueron puestos en libertad otros 201 prisioneros marroquíes.
En ese último momento, el CICR contabilizó 1.481 detenidos marroquíes en manos del Polisario. Ayer, antes de la salida del último grupo de excarcelados hacia Marruecos, sumaban 1.477. Las cuatro muertes registradas en poco más de un año son una buena muestra de la amenaza que pesa sobre los prisioneros de guerra, cuya media de edad se sitúa por encima de los 50 años y que siguen expuestos -al igual que los más de 150.000 exiliados saharauis en Tinduf- a un clima extremo y a las enfermedades derivadas de la falta de agua o la escasez de comida.
Pero mientras el CICR sigue recontando a 1.362 detenidos marroquíes en manos del Polisario, de los que más de un millar llevan al menos dos décadas en prisión, la organización humanitaria internacional sólo ha podido registrar oficialmente a 67 combatientes saharauis en las cárceles marroquíes, 66 de los cuales fueron liberados en 1996.
El último preso restante, Mohamed Dabache, salió de la terrible de Kenitra (al norte de Rabat, el principal centro de detención de presos políticos), en noviembre del año pasado. Además de los saharauis desaparecidos -en combate o durante los años de represión marroquí-, el Frente Polisario insiste en que todavía hay presos en Marruecos entre sus antiguos combatientes. La Cruz Roja ha localizado por el momento a 24 de ellos, que han optado por permanecer en el Sáhara Occidental bajo control marroquí.
Según informaciones de la Asociación de familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis, 131 detenidos se encuentran en huelga de hambre desde el pasado 24 de diciembre en la llamada cárcel negra de El Aaiún, la capital del antiguo Sáhara español. Entre ellos figuran 23 jóvenes encarcelados, según la misma fuente, a raíz de la protesta política del pasado 17 de noviembre contra la visita del rey Mohamed VI a Smara, en el norte del territorio del Sáhara Occidental.
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