Libros como comidas
Eduardo Mendoza explica su literatura a 500 alumnos valencianos a quienes advierte que 'si no lees te quedas tonto'
¿Qué le parece enfrentarse a un auditorio de unos 500 alumnos de instituto, de entre 14 y 16 años? 'Terrorífico', contestó con humor Eduardo Mendoza momentos antes de participar en la sesión de animación a la lectura organizada por la Biblioteca Valenciana. Terminó agradeciendo el comportamiento del público compuesto por estudiantes de varios institutos de la Comunidad Valenciana. 'No esperaba que la cosa transcurriera de una manera tan pacífica', comentó a modo de despedida antes de firmar decenas de autógrafos. Entre medias, el escritor respondió seriamente, con rigor y profusión, a todo lo relativo a su literatura y a los motivos que le impulsaron a dejar de soñar con ser torero o capitán de barco para convertirse en uno de los escritores más estimados de la literatura castellana.
'¿Lo que destacaría de su intervención? Pues eso: lo que quería de ser de pequeño y lo que ha conseguido ser', dijo Darío Berzosa, alumno de Alicante. ¿Y tú? '¿Yo?, yo lo mismo que él', respondió otro señalando a su amigo y cicerone. Natalia Orts y Pedro Jiménez, lectores de Sin noticias de Gurb, prefirieron destacar su 'ironía y también cómo te puedes identificar con lo que cuenta'.
Y lo que cuenta Mendoza es lo que ve a su alrededor transformado por su imaginación. Pero no es tan fácil, claro, el proceso es muy dificultoso, aunque placentero. 'La novela es como una cocina sucia. Tengo mucho pensado menos lo que voy a contar. Sé si se trata de una novela larga o corta o si es de humor o no'. Luego llega el 'caos' y ahí Mendoza reconoció estar en su salsa. Pero hay que tener disciplina para alcanzar ese estado, 'dedicar todos los días unas horas', y cuando ya estás metido 'en eso, la imaginación domina'. 'Se puede empezar, por ejemplo: En la plaza había unos árboles. Pero tienes que estar viéndolo, y cuando lo ves lo pones. A veces uno está ahí y no ve nada'. Una vez visto te preguntas por qué has elegido una plaza, si hay un coche, quién sale de él... Así se va construyendo el relato, expuso el autor de El misterio de la cripta embrujada, la novela de su producción que más aprecia debido a que fue escrita, a que surgió, con gran facilidad.
En esta obra ya aparece el personaje del loquito metido a detective, el innombrado que ha transitado por varios de sus libros y que ya se anotaba en La verdad del caso Savolta. Ayer, Mendoza explicó el origen del popular espabilado que entra y sale de los manicomio para deshacer y hacer entuertos. Fue leyendo periódicos de principios del siglo XX cuando descubrió una noticia sobre un tontito que la policía utilizaba como confidente y que tenía la virtud de escuchar las conversaciones de los bajos fondos. Un día el periódico informó de que el loquito había pegado un tiro al comisario. 'Ya nunca supe nada más de él', se lamentó el escritor, quien investigó infructuosamente sobre el desenlace del suceso. El personaje, no obstante, adoptó otro cuerpo, esculpido por la imaginación, hasta mantenerse hoy en día a pie de obra, como demuestra la última novela de Mendoza, La aventura del tocador de señoras.
Pero metido en su papel, Mendoza quiso iniciar su intervención subrayando la importancia de leer: 'Leer es como comer: si no comes te mueres; si no lees te quedas tonto'.
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