Jaulas
En las películas del Hollywood de nuestra infancia los malos, es decir, los salvajes colonizados o colonizables, siempre metían al chico en una jaula o en una mazmorra donde sólo le quedaba el consuelo de hacer carreras de cucarachas. Hemos asistido al secuestro de centenares de talibanes vencidos en una cómoda gesta de piratería policiaca, metidos en un avión encadenados, sedados, encapuchados y trasladados a Guantánamo, donde habitarán jaulas hechas a la medida humana, porque el hombre, según los filósofos, es la medida de todas las cosas, de todas las cosas pequeñas, corrigió Chumy Chúmez.
Bush aplica las perrerías posibles a sus secuestrados porque los expertos le aseguran que cada vez que viola los derechos humanos de un presunto terrorista aumenta su índice de popularidad y de seguir así repetirá mandato y pasará a la historia de los Estados Unidos como un Terminator providencial. Lo escandaloso no es que Bush se comporte según lo previsible, sino el silencio con el que los demócratas más preclaros, aspirantes a liderar el capitalismo con rostro humano, dejan hacer, dejan pasar el terrorismo imperial mientras persiguen con denuedo al terrorismo peatonal, tecnología punta posmoderna.
Esperemos que nuestro caudillo europeo, don José María Aznar, se enfrente a todo tipo de terrorismos y se pronuncie contra la prerrogativa imperial de secuestrar ciudadanos globalizados, bombardearles en las cárceles, permitir que los capen sus enemigos, enviarles a Estados Unidos en condiciones inferiores a las que la CEE proclama para el transporte de cerdos europeos por carretera. Aznar, implacable humanista alzado en su día contra el GAL y el truculento exterminio de Lasa y Zabala, tiene que despegar a Europa de su hipnotizada pasividad ante esa juerga sangrienta en technicolor llamada libertad duradera, inasumible por una conciencia democrática como la de todos los que nos sentimos asqueados por la perversidad del terrorismo y su contrario. Aunque el presidente Bush le invitara a tacos y cantando ...qué bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas..., un demócrata, y sobre todo un demócrata de centro como Aznar, no puede caer en el sumidero de la doble verdad y el doble lenguaje.
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