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Sobrevivir a una guerra y a un éxito

Guillermo Altares

LO DE MICHAEL HERR fue un sueño cumplido. Quería ir a Vietnam y lo logró. No sólo sobrevivió, sino que, además, primero sus crónicas y luego su libro le convirtieron en una celebridad, en un maestro. John Le Carré, Tom Wolfe, William S. Burroughs elogiaron su trabajo, su teléfono no paraba de recibir llamadas... Era el número 1. Pero, como dice Martin Sheen en Apocalypse Now, 'estos muchachos querían volver a casa. Yo había vuelto a casa y sabía que ya no existía'. Cuando regresó tuvo una depresión que duró 18 meses durante la que escribió Despachos de guerra. Luego trabajó en Apocalypse Now (una labor que no fue precisamente sencilla: 'No era una película sobre Vietnam, era Vietnam', dijo Coppola) y luego con Stanley Kubrick en La chaqueta metálica (a causa de la afición del realizador a las comunicaciones, describió aquel periodo 'como una llamada de teléfono que había durado tres años').

Después de todo ello, como el coronel Kurz en la selva, desapareció. Es uno de los periodistas estadounidenses más importantes y leídos de los últimos 25 años, pero nunca escribe en la prensa (su artículo para el Vanity Fair sobre Kubrick fue el primero en dos décadas). Pasó unos años en Londres, pero ahora ha vuelto a Nueva York. Apenas concede entrevistas, no hace apariciones públicas, ni le gusta decir en qué anda metido: su último trabajo conocido es como coguionista de Coppola en Legítima defensa y ha colaborado con el director en el guión del-eterno-proyecto-que-nunca-llega, la adaptación de En el camino, de Jack Kerouac. No es que sea como Salinger: tiene amigos, no muerde, incluso, como se desprende de la entrevista que le hizo Ed Vulliamy en The Observer el año pasado, parece un tipo muy simpático. Ha publicado tres libros en los últimos 20 años: The big room (1986), un reportaje sobre Las Vegas a través de una serie de retratos; Walter Winchell (1990), una novela sobre un presentador de televisión, y Kubrick. Ninguno de ellos consiguió la repercusión de Despachos: de hecho todos ellos se vendieron como 'el nuevo libro del tipo que escribió las mejores crónicas de Vietnam'. Sabía que era muy difícil sobrevivir a su propio éxito, casi tan difícil como sobrevivir a Vietnam; pero Herr y algunos otros corresponsales lograron que allí la primera víctima de la guerra no fuese la verdad. En una crisis como la actual y en otros momentos de tensión de estos 25 años, hemos echado mucho de menos su opinión, su escritura, su fuerza.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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