Más sobre la Toma
Y toma y dale, y dale que toma con la Toma de Granada. Ciertamente, es difícil explicarse a estas alturas a qué viene tanta polémica. Pues lo cierto es que se celebra, lo que se celebra. Es decir, la toma de la ciudad de Granada por los Reyes Católicos. ¿Que fue una ocupación militar? Por supuesto. Todas las ocupaciones de este calibre han sido militares. Nadie entrega un reino y su capital si no es por la fuerza de las armas. Y ejemplos se pueden citar, hasta decir basta.
¡Pobre del pueblo que ignora su pasado! Pues quien ignora su pasado, ni conoce su presente ni puede conquistar el futuro. Pero más pobre es el pueblo que lo tergiversa, lo manipula o lo desprecia. Que para rectificar los errores lo primero que hay que hacer es asumirlos.
Podemos, puede Granada, celebrar lo que quiera. O no celebrarlo. Mas lo que no puede, es tergiversar la celebración. Lo que ocurrió aquel día 2 de enero de 1492 fue la incorporación de la ciudad, y por ende de su reino, a la corono de Castilla. Un reino que permaneció con su propia personalidad dentro de la corona de Castilla y de León, bien diferenciado de los reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén. Una ciudad que pasó a formar parte de pleno derecho de la corona de Castilla. Una ciudad que, no se olvide, fue cabecera de una Capitanía General, de un Arzobispado. Una ciudad a la que los propios Reyes Católicos trasladaron la sede de una de las dos Audiencias, la otra estaba en Valladolid, con las que intentaban organizar y modernizar la justicia de sus reinos. Una ciudad, no se olvide, con derecho a voto en Cortes.
Y es esto lo que cabe celebrar, o no celebrarlo. Pero no se puede celebrar y conmemorar otra cosa. Y luego vendrá lo de la tolerancia. Que no es, por cierto, tanto tema de celebración como de práctica diaria, de convivencia y de respeto por el otro.
Y puestos a hablar de tolerancia, hagámoslo desde nuestra perspectiva del siglo XXI y no pidamos, a quienes vivían a finales del XV, que se atuvieran a unas normas que en modo alguno podían ni atisbar. Y puestos a hablar de tolerancia y de historia, no sería malo recordar, y la fuente no es castellana, sino alemana, a los cientos de cautivos cristianos liberados de las mazmorras subterráneas de la Alhambra. Que el lamentable espectáculo de su liberación también forma parte de la historia de aquellos días.
Y ya puestos a hablar y pensar, pensemos por un momento que Granada y su reino no hubiera sido tomada por los Reyes Católicos. Y que se hubiera mantenido independiente. Ciertamente que los granadinos se hubieran evitado las molestias de las botellonas, puesto que estaría prohibido el consumo de alcohol. Y, ciertamente, también que no existirían las caravanas domingueras en la carretera de Motril, puesto que lo de tostarse al sol en la playa, y más para las mujeres, estaría prohibido. Y ¡adiós al jamón de Trevélez!
Seamos serios. La Toma de Granada significó, entre otras cosas, la incorporación de Granada y de su tierra al mundo occidental. Con todos sus inconvenientes, pero con todas sus ventajas. Sin la Toma de Granada no habrían sido posibles ni la Cartuja ni la Catedral ni San Jerónimo. Ni Alonso Cano ni García Lorca...
Y todo eso es lo que se celebra cada 2 de enero. Y no otra cosa. Y, además, habremos de practicar la tolerancia y la convivencia. La del siglo XXI, por supuesto.
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