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Columna
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Realidad

Hace una semana Manuel Vicent aconsejaba agacharse para que el Año Nuevo pasara sin matarnos; tal como los romanos se escondían de las flechas para poder desfilar victoriosos y bañarse después en las termas de Caracalla junto a una mujer que no prefiriese a los héroes ni le importase la 'falta de grandeza'.

Bueno, yo creo que el antihéroe es otra cara del héroe, pero Vicent tiene razón porque, durante años y años, la mayoría de los hombres han sido educados para la grandeza y la mayoría de las mujeres para santas. Una mujer con ambición de llegar a ser alguien tenía dos posibilidades: o ser la más santa entre las santas, lo que resultaba verdaderamente sacrificado, o sobresalir a través de un héroe. Quien dice un héroe dice un famoso o poderoso. Eso nos han enseñado durante generaciones a hombres y mujeres: a ellos a afirmarse por sí solos y a ellas a través del afirmado. Ni que decir tiene que el que lo conseguía se sentía muy satisfecho y el que no, frustrado. Al vencedor le servía encantada su mujer y al frustrado por narices, cobrando la frustración en malos tratos.

Una cosa que no comprendo es por qué le molesta tanto a la mayoría de los hombres que se hable delante de ellos del tema del maltrato si la mayoría no lo practican y son correctos. No creo que nadie pretenda en absoluto culpabilizarlos a todos.

Lo que sí se podría es aprovechar el comienzo del año para insistir en una realidad trágica que consiste en que, cuando por fin decimos que todos tenemos los mismos derechos, aún no podemos evitar que siga habiendo hombres frustrados que peguen o maten a sus mujeres. También hay mujeres frustradas, claro, pero parece ser que pegamos y matamos mucho menos. Puede ser porque nosotras vamos subiendo del hoyo y descubriendo lo nuevo, porque nos sentimos menos dueñas de nuestra pareja, porque no hemos luchado en las guerras, porque tenemos menos fuerza... ¡Vaya usted a saber! El caso es que así es.

En cuanto al maltrato psicológico, seguro que tenemos todos las mismas posibilidades, pero ¿quién decide lo que se puede hacer o no hacer?, ¿quién escoge o veta a los amigos?, ¿quién juzga el trabajo de la pareja? También puede ser ella, no digo que no.

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