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Los Rolling Stones cumplen 40 años de rock con la intención de seguir creciendo

El grupo, que debutó en 1962, recibe presiones para celebrarlo con una nueva 'última gira'

Diego A. Manrique

En 2002, los Rolling Stones cumplen cuarenta años de azarosa existencia. Aunque su turbulento estilo de vida parecía condenarles a una extinción prematura, el grupo británico que mejor encarna los vicios y las virtudes del rock ha sabido convertirse en una institución respetada por todos, incluyendo a aquella sociedad bienpensante que intentó destruirles. Para el presente año se esperan diferentes reediciones discográficas y todo apunta a que se realice otra de sus última-gira-de-los-Stones, que comenzaría en Estados Unidos.

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Durante la extensa campaña de entrevistas para promocionar su Goddess in the doorway, el siempre alerta Mick Jagger se mostró sorprendido por las preguntas que hacían referencia a los cuarenta años de los Rolling Stones. Evasivo, respondía que la fundación del grupo era un mojón histórico harto elástico, que se le ocurría el año 1963 si se pensaba en términos de su primera grabación. Evidentemente, Jagger y compañía pueden reservarse la fecha de sus conmemoraciones oficiales, pero las crónicas son tajantes: en junio de 1962, en el sectario mundillo de los ingleses fascinados por el blues, ya existía un grupo que partía de una canción para denominarse The Rolling Stones, un sexteto que debutaría en directo en el Marquee londinense el 12 de julio.

Lo que ya ha podido comprobar Jagger es la ansiedad colectiva por celebrar esa pasmosa cifra: los Rolling Stones de la mitología, los que vivieron de forma extremadamente peligrosa y salieron relativamente indemnes, funcionan como espejo en que sus seguidores se ven reflejados de un modo reconfortante. De hecho, los medios ya han comenzado a jalear sus cuatro decenios. Primera en llegar a los quioscos ha sido la revista británica Uncut, cuyo número de enero de 2002 está consagrado a los cuarenta años del grupo.

Esta publicación, dedicada al rock de guitarras y el cine de culto, conoce las debilidades coleccionistas de sus lectores y les ofrece un anzuelo irresistible: el número se edita con dos portadas, cada una acompañada por un CD diferente, con versiones de los Stones realizadas por los más diferentes artistas, donde se incluyen grabaciones inéditas de Ryan Adams con Beth Orton, Handsome Family, Lambchop y Kelly Jones, el vocalista de los galeses Stereophonics.

Pero el plato fuerte de esta special collector's edition es la encuesta sobre las cuarenta grandes canciones de los Stones, realizada entre cerca de un centenar de periodistas, productores, cineastas y músicos del mundo anglosajón. Junto a los comentarios de Steven Soderbergh, Charlie Gillett, Marc Almond, Phil Manzanera, Mick Hucknall, Chris Hillman, Al Kooper, Joe Strummer, Nils Lofgren o Johnny Marr, aparecen los de los miembros del grupo, Mick Jagger y Ron Wood (más la acerada valoración de su legendario primer manager, Andrew Loog-Oldham).

A Keith Richards le corresponde comentar las diez primeras canciones de la lista. El guitarrista de los Stones, ahora residente en Connecticut y padrazo que bromea diciendo que debe llevar una escopeta a todas horas para alejar a los pretendientes de sus hijas, de 15 y 16 años, se muestra tan deleitado como sorprendido por los resultados. Que son los siguientes: número 1, Gimme shelter; 2, Street fighting man; 3, Sympathy for the devil; 4, (I can't get no) satisfaction; 5, Tumbling dice; 6, Paint it black; 7, 19th nervous breakdown; 8, Jumpin' Jack Flash; 9, Play with fire; 10, We love you.

Richards recuerda la génesis de cada pieza, confirmando que el germen de Satisfaction le vino mientras dormía; se despertó, agarró su guitarra, encendió la grabadora y se asombró al encontrarse al día siguiente 'veinte segundos de canción y cuarenta minutos de ronquidos'. Y confiesa que no es buen juez de su propia obra: Satisfaction se grabó al final de una sesión en Los Ángeles, como relleno para un LP, y le costó aceptar que aquello se lanzara como single. También comenta que las canciones tienen un sentido para el autor que el público modifica según sus necesidades secretas. Así, el privilegiado puesto de Gimme shelter se explica por la especial resonancia que adquiere en tiempos de incertidumbre, como los que han seguido al 11 de septiembre.

El pirata que hace ondear el estandarte de los Rolling añade que el secreto de su longevidad es 'la lealtad entre nosotros y el rechazo a dejarlo': insiste en que todavía tienen razón de ser y pueden seguir creciendo. Todavía no se ha tomado una decisión sobre la posibilidad de emprender una nueva gira, aunque el tiempo juega en contra. Para diferenciarse de otros artistas que viven de la nostalgia, los Stones siempre lanzan un disco con canciones nuevas antes de ponerse en marcha: es su forma de demostrar que siguen en activo y un ingrediente necesario para evitar que se oxide el repertorio de directo.

Queda poco margen para que se grabe ese disco y el grupo es notoriamente lento en el estudio. Pero la presión puede empujarles a acelerar el proceso: según Gay Mercader, su promotor habitual en España, recibirán una oferta-que-no-se-puede-rechazar, ya que la industria de los conciertos necesita que los Stones sean el plato fuerte de la oferta veraniega de los estadios estadounidenses, primer tramo de una gira que se prolongaría por el resto del mundo en 2003. Justo cuando Jagger prefiere que se celebre oficialmente el cuadragésimo aniversario del grupo.

Bill Wyman, Mick Jagger, Keith Richards y Ron Wood, los Rolling Stones, en el Puente de Brooklyn en 1997.
Bill Wyman, Mick Jagger, Keith Richards y Ron Wood, los Rolling Stones, en el Puente de Brooklyn en 1997.REUTERS

Discografía maltratada

Los 40 años de los Stones podrían dar una alegría a sus seguidores (pero mejor no hacerse ilusiones). Los discos que han editado desde 1971 son propiedad del grupo. No hay grandes dificultades para localizar Sticky fingers y los posteriores. Pero el deslumbrante material que los Stones grabaron para Decca terminó en poder de Allen Klein, el temible representante estadounidense que también tuvo un papel protagonista en la separación de los Beatles. Klein, rencoroso y chapucero, ha maltratado ese legado: su última ocurrencia fue descatalogar las ediciones británicas de los primeros elepés para reemplazarlas por las estadounidenses, inferiores en portadas y contenidos.

Así que los Stones son uno de los pocos grupos punteros de los sesenta que no tienen reediciones hechas con perspectiva histórica y nuevas tecnologías. Y Klein vende indiscriminadamente el uso de las canciones.

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