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Entrevista:Javier Arenas Bocanegra | Secretario general del Partido Popular

'El Gobierno está sólido y no requiere nuevas incorporaciones'

Lleva tres años al frente del partido tras desempeñar durante otros tres años el cargo de ministro de Trabajo. José María Aznar le ha vuelto a elegir para repetir en el cargo.

Javier Casqueiro

Acaba de cumplir 44 años de los que ha gastado 25 en la actividad política, en la que no se siente ni joven ni inexperto. Cuando se le pregunta por sus ambiciones futuras sostiene que ya está en la cuenta atrás y las vincula a Aznar.

Pregunta. Aznar ya ha adelantado que en el XIV Congreso Nacional del PP le propondrá de nuevo como su secretario general. ¿Cómo afronta ese reto, cuáles serán sus principales objetivos y hasta donde alcanza su compromiso en este mandato?

Respuesta. He aceptado este reto apasionante de ser el secretario general del primer partido de España con mucha satisfacción y en la conciencia de que el PP vive el momento mejor y a la vez el más trágico de su historia. En los últimos tres años nuestro partido ha conseguido más votos y confianza de los ciudadanos que nunca pero también ha visto como seis compañeros eran asesinados por el terrorismo. A partir de ahí, en política, como en la vida, es más difícil mantenerse que llegar. Particularmente, tengo clarísimo que mi mandato está unido al de Aznar. Mi etapa en la dirección del PP está vinculada a la de Aznar, con el que llevo trabajando 11 años y al que agradezco que me haya renovado su confianza.

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P. ¿En qué aspectos concretos de los informes y ponencias del Congreso se notará que el PP sale ideológicamente más reformista e incluso más progresista que el PSOE?

R. El PP nunca se ha definido como progresista aunque sus políticas han traido progreso. Vamos a profundizar en el centro reformista porque nuestras políticas tienen como consecuencia más progreso, bienestar y prosperidad para el conjunto de la sociedad. En el Congreso queremos decir que tenemos reformas para la próxima década, que no estamos en absoluto cansados, que la nueva España requiere de nuevas ambiciones que pasan por las reformas permanentes, graduales y pactadas a través del diálogo. Reformas que signifiquen mantener la estabilidad económica de la que disfrutamos sobre la base de la estabilidad institucional que nos proporciona la Constitución española.

P. ¿Continuar otro mandato entero como responsable del PP y verse privado de formar parte del Gobierno en este periodo es un castigo o un premio de Aznar por su tarea de estos tres años?

R. Ni es un castigo ni es un premio. Es un reconocimiento. Ya he sido ministro. Las responsabilidades ahora no son menos complejas y no añoro en absoluto mi etapa de pertenencia al Gobierno.

P. ¿Cómo asume que su futuro sea continuar en la dirección del PP y no regresar al Ejecutivo para reforzar el área política, debilitada por la salida de Jaime Mayor Oreja, el cambio de destino de Mariano Rajoy y el oscurecimiento de Rodrigo Rato por las noticias deriviadas del caso Gescartera?

R. El Gobierno está sólido y fuerte. Rato no está oscurecido y sigue teniendo el mismo reconocimiento que tenía de la sociedad española hace un año como el gran artífice del cambio económico. Mayor desempeña un papel trascendental no sólo para el País Vasco sino para toda España y sigue siendo uno de los políticos más apreciados. Y la figura del vicepresidente Rajoy está calificada después de ser un buen ministro en cuatro carteras. El Gobierno no requiere nuevas incorporaciones. Soy muy partidario de que el PP no corra el riesgo de desaparecer o de perder su vigor y vitalidad por estar en el Gobierno, por lo que algunos dirigentes han de dedicarse en exclusiva a unas tareas que en ocasiones son menos gratas.

P. ¿Acepta y comparte la crítica que se le hace, incluso dentro del Gobierno y el PP, de omnipresencia para cubrir posibles lagunas políticas de este Ejecutivo?

R. Esa crítica no la he oído nunca en la Ejecutiva del PP. Sí puede haber personas que piensen que el PP ha tenido un exceso de actividad. Yo no opino de esa manera. Los partidos que sostienen a un Gobierno tienen dos tareas básicas. La primera, asegurar un canal permanente de comunicación con la sociedad. Y la segunda, explicar la labor de ese Gobierno. Quizá ha habido mucha actividad, más propia de un partido que está en la oposición, que es lo que me encargó Aznar.

P. ¿No corregirá ese estilo?

R. Creo que no tenemos que hacer grandes cambios en el funcionamiento del partido. Hemos afrontado en estos tres años ocho procesos electorales, hemos ganado cinco, crecido en dos y somos decisivos en Cataluña. Es un balance razonablemente bueno. Sí apunto tres líneas a profundizar en el futuro: fortalecer el debate interno en el PP, lo que nos garantiza una gran coherencia como proyecto nacional; abrir el partido a la sociedad y permitir a través de las nuevas tecnologías que los ciudadanos, sean simpatizantes o no, opinen sobre nuestras decisiones; y seguir nuestra teoría de la renovación por adición, impulsando que nuevas personas asuman nuevas responsabilidades.

P. ¿Por qué ha delegado Aznar en usted las relaciones con el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, que han levantado tantas suspicacias?

R. Yo creo que tiene todo el sentido. He mantenido con Rodríguez Zapatero una relación fluida y cordial aunque sea adversario político. Hoy podemos hablar de una nueva relación entre el PP y el PSOE. Una relación que nos permite alcanzar grandes acuerdos de Estado como el Pacto Antiterrorista, el de Justicia, la renovación de vacantes institucionales y el acuerdo de financiación autonómica. Yo abogo por superar la etapa de la crispación, de la judicialización de la vida política y para ello es imprescindible una relación fluida entre las dos primeras fuerzas políticas de España.

P. ¿En las últimas semanas, sobre todo tras la polémica visita de Zapatero a Marruecos, parecía que Aznar ya no quería mantener ese trato correcto que se ha permitido por primera vez con el líder del PSOE?

R. La corrección se ha mantenido y se seguirá manteniendo. Hay asuntos que requieren esa comunicación permanente, como la política antiterrorista o exterior, y no va a haber modificaciones aunque no podamos entender el grave error de su viaje a Marruecos o la ruptura del pacto de financiación sanitaria.

P. ¿Cree que será Zapatero el adversario del sucesor de Aznar?

R. No estoy seguro de que Rodríguez Zapatero vaya a ser el candidato del PSOE en las elecciones de 2004. Y lo digo con bastante tranquilidad porque no me corresponde participar en esa decisión. Creo que Zapatero ha perdido mucho fuelle desde que fue elegido secretario general por tres razones: porque no ha conseguido que el PSOE se comporte como un partido con un solo discurso nacional; porque no se ve que haya consolidado internamente su liderazgo; y porque no ha presentado un proyecto alternativo a la sociedad española. El PP ofrecerá un candidato en 2004 que no requerirá de campañas publicitarias y que estará avalado por la experiencia política y de gobierno. En el partido hay varios dirigentes que pueden ganar esas elecciones si entendemos los 10 millones de votos que tenemos como un incentivo y no como un derecho al descanso.

P. ¿Cuando habló con Aznar en octubre por primera vez sobre su futuro le ofreció seguir en la secretaría general porque Mayor descartó regresar tan pronto a la política nacional?

R. Mi aceptación ha sido completamente ajena a la dedicación o las responsabilidades de otros compañeros y amigos del partido.

P. ¿Qué explicación puede darse a que la futura cúpula del PP elimine el tope de tres vicesecretarios generales que se consideraba válido desde hace años si no es para ampliar ese cupo de cara a tener más candidatos posibles para la sucesión de Aznar?

R. Ninguna decisión en este congreso va a tener que ver con el candidato a las elecciones en 2004. Hemos quitado el tope de los tres vicesecretarios para dotarnos de más flexibilidad para trabajar en los próximos tres años.

P. ¿Qué deberá hacer Eduardo Zaplana como presidente del Congreso del PP si algún compromisario plantea fuera del orden del día la propuesta de Francisco Álvarez Cascos para forzar a Aznar a una tercera reelección consecutiva?

R. Zaplana no va a tener ese problema porque cualquier compromisario en las ponencias puede plantear lo que considere más oportuno. Observo en el partido una amplia mayoría que opina que el congreso no debe abordar la candidatura del 2004. No tenemos ninguna prisa. Siempre lo hemos elegido meses antes de las elecciones.

P. ¿Usted sabe ya cuál es el candidato previsible que Aznar tiene pensado para la sucesión?

R. Yo no lo sé pero estoy seguro de que tendrá un amplísimo respaldo del partido, mantendrá la cohesión interna, tendrá experiencia contrastada ante la sociedad y será un candidato ganador.

P. ¿Cuándo lo sabrá usted y los seis dirigentes del PP que lo decidirán y que están en ese paquete de previsibles?

R. El candidato lo decidirán los 700 miembros de la Junta Directiva Nacional en otoño de 2003, ahí lo sabré yo y como en todos los partidos que conozco lo propondrá la dirección.

P. ¿Qué sucederá entonces si el candidato que Aznar quiere proponer lleva años diciendo que él se descarta, como están haciendo todos los previsibles?

R. Yo estoy seguro de que el candidato que consideremos que tiene las características adecuadas aceptará el encargo del partido. El PP ha demostrado hace mucho tiempo que una de las claves de nuestro éxito está en mantenernos unidos ante lo importante. El Gobierno de España es muy importante y por tanto las opiniones personales pasarán a segundo plano.

P. ¿Cuáles son sus planes para cuando deje el puesto en el XV Congreso del PP en 2005?

R. La edad de los políticos no hay que medirla por el DNI. No estoy empezando mi carrera sino todo lo contrario. Mis ambiciones las tengo absolutamente colmadas. Nunca he hecho planes ni he tenido aspiraciones sobre la siguiente responsabilidad, ni cuando era concejal con 25 años. Sólo sé que seguiré en el PP.

Javier Arenas, en su despacho de la sede del PP en Madrid.
Javier Arenas, en su despacho de la sede del PP en Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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