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Crítica:LOS MEJORES LIBROS DE 2001
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Realidad y ficción

Soldados de Salamina

Javier Cercas (Tusquets)

Un relato cosido a la realidad con hilos de ficción, un hecho cierto (el fallido fusilamiento en un bosque catalán del falangista y escritor Rafael Sánchez Mazas) conservado en la retina de los ojos de un miliciano que no supo darle el paseo, o no quiso, y que tantos años después de aquel diluvio incivil un escritor de ficción, el Javier Cercas de esta novela de Javier Cercas, con paciencia de arqueólogo intenta darle forma en un cesto hecho con mimbres reales y otros que no lo son. El resultado final es una oportuna e inteligente mixtura, que ha recibido el aplauso de lectores de todo tipo de pelajes.

Las inclemencias del tiempo

Andrés Trapiello (Pre-Textos)

Décima entrega de un ambicioso proyecto personal y literario, la novela en marcha de un escritor que lleva el diario de una vida, la propia, y de unas vidas, las de los demás, gente casi toda sin nombre, pero sí con un gesto o una conducta, una emoción o una mezquindad. Del cuaderno en que ese año queda atrapado, 1996 en esta ocasión, hasta cinco años después, ahora, en que aparece en forma del libro, lo vivido o lo soñado se muda en ficción, de tal manera que cada vez son menos, estas entregas, unos estrictos diarios para acabar pudiendo ser leídos como lo que también son: una novela-río, donde desaguan ciertas cotidianidades.

Romanticismo

Manuel Longares (Alfaguara)

Una tempranísima (apareció en enero) y mayúscula novela, la historia coral de un barrio, el madrileño barrio de Salamanca, sólo el del cogollito, metáfora del franquismo sociológico y boqueante, y de sus gentes, espantadas por lo que se les viene encima con el Caudillo haciéndose humo. En este relato real y caricaturesco (a veces el humor es desternillante) de un tiempo tan lejano y próximo, chincheteado con mil detalles precisos (olores, sabores, texturas) que adquieren cuerpo por sí mismos, destaca el empleo de un lenguaje, real e inventado, que define paisaje y paisanaje, y al fondo un país: aquél (¿éste?).

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