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Crítica:LOS MEJORES LIBROS DE 2001
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Extraviado en la India

Putas asesinas

Roberto Bolaño (Anagrama)

El primer cuento puede leerse como una curiosa reescritura, en clave política, de El informe de Brodie, de Borges, en el que el informante es un fotógrafo chileno extraviado en la India. Bolaño (Santiago de Chile, 1953) vuelve además al sórdido laberinto mexicano, que ocupara buena parte de Los detectives salvajes, para componer 13 cuentos atravesados por la violencia fantasmagórica de Macolm Lowry y de Juan Rulfo. El largo, irreversible exilio chileno como materia de 13 polaroids de colores ásperos, afortunadamente refractarios a todo sentimentalismo.

La seriedad

Andrés Ehrenhaus (Mondadori)

Residente en Barcelona desde 1976, Ehrenhaus (Buenos Aires, 1955) encarna con lúcida voluntad la paradoja de quien ya no puede escribir en su lengua materna precisamente porque vive en un país cuyo idioma, siendo el mismo, es del todo distinto. Esta rara esquizofrenia de la lengua aporta la forma, parte del asunto y hasta el paisaje en que sus relatos suceden. En la tragicómica extraterritorialidad que tiene lugar dentro mismo del ámbito del castellano -permeable a catalanismos, italianismos, anglicismos-, Ehrenhaus construye una de las escrituras más abismadas, divertidas y originales que hayamos podido leer en los últimos tiempos.

Piedras encantadas

Rodrigo Rey Rosa (Seix Barral)

Hay dos novelas en esta novela de Rey Rosa (Guatemala, 1958): una, implícita, la del escritor que, después de Nueva York y del círculo artúrico que Paul Bowles inventó en Marruecos, vuelve a su desquiciado país, y choca contra la extrañeza de su propia lengua y contra sus enfermedades morales. Y el relato explícito de un niño que cae desde una familia acomodada hasta la calle en la que apenas sobreviven los desheredados de un país edificado sobre pilares de infamia, caciquismo, corrupción asesina e indiferencia. Ambas peripecias dibujan no la autocomplaciente felicidad del regreso, sino la rabia y la impotencia y, sin embargo, el invencible optimismo del americano que busca la vuelta de su origen dolorido.

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