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Tribuna:EL DEBATE DE LA SEGUNDA MODERNIZACIÓN
Tribuna
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Para imaginar la nueva Andalucía

El debate que impulsa el gobierno sobre la llamada segunda modernización de Andalucía puede ser un estimulante revulsivo intelectual si se está dispuesto a permitir que florezcan ideas nuevas y si, al mismo tiempo, los andaluces nos hacemos conscientes de que somos nosotros mismos quienes podemos influir sobre el destino de Andalucía.

Además, para que sirva para 'imaginar el futuro' será preciso tener en cuenta algunas cosas. La política que pretenda ser un auténtico factor de transformación social en el siglo veintiuno no podrá expresarse en discursos acartonados, ni responder al hueco nominalismo que tanto predomina. Deberá ser proactiva para sobreponerse a las inercias y para ser capaz de encontrar caminos nuevos, aunque esto haya de hacerse a veces contracorriente. Y, sobre todo, habrá de manifestarse y percibirse como una expresión explícita de la ciudadanía, y no como algo ajeno a una sociedad que la propia política convierte en su agente pasivo.

El debate permanente, que no suelen incentivar los gobiernos acomodaticios y que evitan los partidos que prefieren el ruido y la demagogia para hacer oposición, es una fórmula adecuada para incorporar en la agenda los problemas y nuevos retos que Andalucía ha de afrontar en los decenios venideros. Nada se adelanta descalificando una propuesta de debate mientras el papel en blanco está aún sobre la mesa, aunque haya que confiar y exigir que el marco de la discusión y los principios teóricos del debate no estén marcados desde el principio hacia el lado más convencional del pensamiento, como ocurriera en el Foro Andalucía Siglo XXI.

Andalucía no necesita en esta hora más convencionalismo ni programas de corto recorrido, sino definiciones e impulsos estratégicos, un diseño novedoso de horizontes, la percepción de sus propios intereses en un nuevo marco histórico, aunque todo ello cristalice luego en programas y compromisos concretos y plurales. Al igual que ocurriera en otros momentos decisivos, Andalucía necesita adelantarse a su propia historia, contemplar hoy su mañana para poder conquistarlo más tarde.

De nada serviría, pues, realizar un debate sobre el futuro de Andalucía que no esté dispuesto a reconocer con realismo nuestros éxitos y nuestros males. Y, principalmente, que no se comprometiese a descubrir caminos nuevos, aunque ahora haya sido inexplorados, y escenarios diferentes que permitan hacer posible lo que entre todos queramos desear.

Si algo nos ha enseñado lo ocurrido en los últimos veinte años es que no basta con dejarse llevar por las inercias dominantes, sino que es preciso adelantarse a las circunstancias. De hecho, la lógica social y económica de nuestros días es justamente la que menos alienta el desarrollo de las periferias, la que desiguala y la que más difícil hace que quienes parten con desventaja se incorporen a las vanguardias de la modernización y del progreso. Por eso es tan necesario que todos los ciudadanos nos comprometamos en la reflexión y el debate que. Pero, también por esas razones, hay que exigir al gobierno andaluz que no se limite a ser un simple editor de ponencias, que no la defraude y que se comprometa firmemente con la ciudadanía a la que ahora llama a participar.

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Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga.

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