Condenadas tres menores ceutíes por degollar con un cable a un repartidor
Las chicas pretendían escarmentar al ex novio de una de ellas
El Juzgado de Menores de Ceuta ha condenado a tres menores por su implicación en el homicidio de un repartidor a domicilio, Enrique Ruiz Alonso, de 26 años, que murió tras ser degollado con el cable de ducha atravesado en una calle. En la sentencia, emitida el pasado viernes, el juez ha dictaminado que dos de las chicas, de 16 años, pasarán dos años en un centro de internamiento y otros dos en libertad vigilada, mientras que la mayor, de 17, será recluida en un centro de menores los próximos tres años, aunque pasará dos más también en libertad condicional. Estas penas son sensiblemente inferiores a las solicitadas por el fiscal: once años de internamiento para cada una.
El joven motorista regresaba en la noche del 5 de octubre a la hamburguesería para la que trabajaba, tras servir un pedido, cuando un cable metálico, tensado a metro y medio del suelo entre un árbol y una farola en la barriada Juan Carlos, Ie seccionó carótida, yugulares, lengua y tráquea. Pese a la gravedad de las heridas, Enrique Ruiz logró llegar por sus propios medios hasta el hospital del Insalud, donde fue intervenido durante más de cuatro horas, sin que los médicos pudieran salvarle. A las nueve de la mañana siguiente se certificó su defunción.
Inicialmente, la Policía Nacional calificó el hecho como una cruel gamberrada, pero a las pocas horas detuvo a tres adolescentes, vecinas del joven, como presuntas responsables de la colocación del cable, ya que algunos testigos las habían visto manipulando la cubierta protectora de la ducha en la tarde del suceso. Ahora el juez ha dictaminado que las tres son culpables de homicidio, aunque el cable no estaba destinado a Enrique, sino al ex novio de una de las chicas, al que querían dar un escarmiento.
Desde el trágico suceso, las tres adolescentes han estado internadas en el centro de menores Punta Blanca de Ceuta, ya que al residir en el mismo barrio que el repartidor, la tensión en el vecindario se había elevado tanto que se llegó a incendiar la vivienda en la que residía la familia de una de ellas. Ante el riesgo de linchamiento popular, las jóvenes quedaron internadas en el único centro de estas características de la ciudad autónoma.
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