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Columna
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Filibustero

Esta mañana el país amanece frío. La escarcha cae sobre los coches y los campos aparecen cubiertos con la fría niebla de diciembre. Ya tuvimos nuestro día de cellisca y viento norte que la arrebolaba. Los trabajadores de la construcción encienden hogueras para calentarse. El otoño se va con su melancolía y parece que el cálido invierno de las patatas asadas y las castañas llega. Y como en esta tierra la política no nos da sorpresas (si no es para mal) ni hace camino al andar, la historia se va tejiendo casi como si fuera una historia natural que pasa con las estaciones del año. Y a eso nos vamos resignando.

El tiempo natural, en todo caso, no cuenta para los políticos como contó en su día para el agricultor. El político sigue su lógica implacable y un tanto enloquecida, ya habitual en esta tierra nuestra. En el paisito, ahora helado, las lanzas siguen siendo lanzas (lanzas coloradas), sin que las cañas reverdezcan. Es una pena porque mimbres no faltan para hacer un cesto.

El último episodio es el de los presupuestos en la cámara vasca. Los presupuestos, se dice, son la ley fundamental del ejercicio. Con ellos se hace política de carne y hueso, se apoya a los especuladores o a los inversores, se busca respaldar al humilde o amparar al sinvergüenza. Los presupuestos son la política que nos interesa: sanidad, enseñanza y pensiones, por ejemplo. Lo de la soberanía y demás son licencias que permitimos a quienes nos gobiernan mientras nos administren bien. Pues bien, ahora resulta que juegan hasta con las cosas de comer.

El Gobierno vasco presidido por Ibarretxe presenta unos presupuestos a una Cámara en la que se encuentra en minoría. Pudiera ser -es admisible- en un estado normal de cosas. Hasta ahí, todo bien. Pero, tras forzar el espíritu del reglamento del Parlamento e interpretar a su favor el silencio legal, el Gobierno (con ayuda del presidente Atutxa, que dilapida su prestigio) fuerza la introducción de unos presupuestos para los que no se ha molestado en acordar nada. Téngase en cuenta que es un gobierno en minoría tentado siempre de hablar en nombre del País, de todo él. ¿Es legítimo parar ese carro? ¿Es legítimo ausentarse del Parlamento para impedir la aprobación de un Presupuesto así?

Lo es. Veamos. No entro aquí en el contenido del presupuesto, no cuenta ahora. Lo que cuentan son las maneras (lo más democrático de un sistema democrático). Forzar unos presupuestos en minoría es forzar las maneras.

Tras aquello, la oposición ha sido acusada de filibusterismo. Práctica reglamentaria que implica obstrucción de las labores de gobierno por medios legales pero no democráticos. ¿Filibusteros Redondo y Mayor? ¿Es irresponsable lo que hacen el PSE y el PP? Pienso que no. 'Filibustero', dice el DRAE: 1. Pirata ... en el mar de las Antillas. 2. Hombre que trabajaba por la emancipación de las que fueron provincias ultramarinas de España. Pirata o libertador. Eso de dice del filibustero.

¿Pirata o libertador? El dilema es extremo en nuestra política, pero son dos modos de interpretar el filibusterismo. Parece que Ibarretxe va a iniciar una ronda de conversaciones con todos los partidos sobre el tema (digo, de los presupuestos). Que hable. Es bueno. Pero debiera haberlo hecho antes hasta asegurarse una mayoría parlamentaria.

Quienes esta mañana nos morimos de frío, quienes sabemos ya del invierno, exigimos responsabilidad. Creemos que el gobierno es el primer responsable de la gobernabilidad del país. Y, hoy por hoy, no gobierna.

A estas alturas, necesitamos un Concierto y unos presupuestos hechos a la medida de quienes sentimos frío y calor, de quienes sufrimos y padecemos. Algo posible. Bastaría con que el gobierno hablara con las diputaciones para lo primero y con el PSE-EE para el Presupuesto. Veremos.

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