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Reportaje:

El guiño que no llegó

La primera edil esperó hasta el pasado septiembre a que el PNV apoyase públicamente la central

La alcaldesa de Amorebieta, Begoña Azarloza Goiria, aguardó desde el inicio de su mandato, en 1999, y hasta septiembre pasado un guiño de los dirigentes de su partido para que avalasen públicamente la instalación de una central eléctrica en el barrio de Boroa, que había levantado una fuerte controversia social en esta localidad de unos 16.000 vecinos. Una fuente cercana a su equipo revela que esta diplomada en Enfermería, de 57 años, visto que ese guiño no llegaba, decidió finalmente el 13 de septiembre anunciar la convocatoria de un referéndum sobre la planta de ESB. Entonces fue inmediatatamente desautorizada por su partido, hasta el punto de que su actitud le ha supuesto la apertura de un expediente de expulsión por el EBB.

La misma fuente del PNV de Amorebieta explica que el objetivo de esta votación, con la limitación existente de que sea la Diputación la que autorice el cambio de usos urbanísticos, trata de demostrar que 'la gente tiene derecho a hablar, pero también debe entender que otros también existen y, si no aceptan nuestro resultado, no pasa nada'.

'Begoña no quería ser alcaldesa. Doy fe, y la conozco muy bien, de que presentarse fue una labor de militante, porque ella se afilió hace tres décadas y militante lo ha sido siempre. Entonces pensó: 'Tengo que estar cuatro años y no me gusta, pero tengo que ir', explica Andoni Unzalu, informático del Ayuntamiento de Amorebieta y amigo personal de la primera edil.

En realidad, cuando tras los comicios de 1999 asumió su cargo como alcaldesa, se reencontró con un consistorio ya conocido. Tras el fin de la dictadura y la dimisión en bloque de todos los concejales franquistas, esta vecina de Amorebieta formó parte de la comisión gestora que llenó el vacío de poder abierto en la corporación, hasta que en abril de 1979 se convocaron las primeras elecciones municipales.

José Ramón Orue, actual teniente de alcalde y expedientado también por el EBB, presidió ese órgano. Azarloza fue testigo del golpe de Estado del 23-F mientras formaba parte de la dirección del PNV en Vizcaya. Su madre, Karmele Goiria, había ayudado en 1932 a financiar la compra de una nueva bandera para el recién inaugurado batzoki local.

De 1983 a 1987, Azarloza regresó a la actividad municipal como delegada de Bienestar Social, Cultura y Deportes. En los seis años siguientes, dirigió el gabinete del Departamento de Cultura cuando estaba su frente Joseba Arregui, quien se esforzaba entonces en que el Museo Guggenheim de Bilbao dejase de ser un sueño. Sólo durante ese lustro largo abandonó de forma provisional su trabajo como ATS en la empresa Izar de Amorebieta.

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Que es una mujer de carácter fuerte, resuelta y poco dada a la presunción política, son cualidades que muy pocos dudan. Joseba Arregi alaba su seriedad: 'Es una mujer muy trabajadora, independiente y con un sentido común a raudales que ha mantenido siempre unos criterios muy claros sobre cómo se debe gestionar', asegura.

Pero sus vecinos agradecen sobre todo que esta localidad vizcaína no sea ya la misma. Han dejado de circular camiones pesados por el casco urbano y las céntricas calles que antes soportaban el paso de miles de vehículos hoy son más anchas, esperan ser peatonalizadas o asisten a la construcción de una nueva rotonda. Juan Mari Jorge, ex presidente de la asociación local de comerciantes, se confiesa 'muy contento' con esta mujer 'muy competente y con las ideas muy claras', que ha sabido sacar brillo a la localidad.

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