El euro, en nuestras manos
El sábado se pusieron en circulación en España 24 millones de euromonederos, con 43 monedas cada uno, por valor de 12,02 euros (2.000 pesetas). Sin embargo, no se podrán utilizar hasta el 1 de enero, fecha en la que además saldrán a la calle los billetes de la nueva divisa que compartirán los 12 países de la unión monetaria. Pero los ciudadanos españoles -como los del resto de esos países- ya pueden tocar y familiarizarse con ella, al tiempo que se van convenciendo del irremediable tránsito de la peseta a mejor vida.
La llegada del euro es un hecho histórico sin precedentes. Un acontecimiento que, más allá de dejar en el olvido a monedas tan implantadas e históricas como el marco alemán, el franco francés, la lira italiana, la peseta o la dracma griega, representa la culminación de un proceso de unión y de apertura de fronteras en la vieja Europa. Como 'el poderoso caballero' que versó Quevedo, el euro correrá de un país a otro sin pasar aduanas y los ciudadanos de los 12 países que lo incorporan verán facilitados los intercambios comerciales, podrán viajar dentro del área sin problemas de cambio de moneda y, por tanto, sin tener que pagar comisiones bancarias.
Siendo todo eso verdad, el euro debe superar algunos retos. Será el momento de demostrar que es una realidad palpable y que puede codearse con el dólar en un mundo globalizado que hasta ahora utiliza la divisa estadounidense como divisa de referencia. A ello ayudaría, sin duda, la integración de la libra esterlina, cuya incorporación es otro de los retos abiertos. Pero quizá el desafío más inmediato es solucionar el problema del redondeo. Redondear significa ajustar hacia la cantidad más próxima, hacia arriba o hacia abajo, una vez hecha la conversión a euros del precio en la moneda nacional. El peligro está en prácticas comerciales desaprensivas que, aprovechándose de los primeros momentos de desconcierto y desinformación, apliquen por sistema un precio al alza. Ello puede provocar una escalada inflacionista. El propio Banco de España ha reconocido que puede suponer entre 0,2% y 0,4% de aumento en los precios. Esperemos que, una vez dada la bienvenida a la moneda única, cunda la sensatez y no se dé lugar a una actuación abusiva que, desde luego, sería algo más que picaresca.
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