El fútbol también hace 'empollones'
Los alumnos del colegio Ramón y Cajal de El Ejido aprenden geografía y arte mientras siguen por toda España a su equipo local
Resulta que a los niños de 11 años, por lo general, les aburre estudiar y prefieren posar la vista en alguna musaraña imaginaria situada en el techo de la clase. Carmen Caparrós, directora del colegio público Ramón y Cajal de El Ejido (Almería), lo sabe, y por eso todos los años se estruja el cerebro para diseñar una estrategia que motive a sus alumnos a aprender. Este año la idea 'constructivista' (una teoría pedagógica) consiste en vincular el estudio a las andanzas del equipo de fútbol local, el Polideportivo Ejido, que milita en la Segunda División. El sábado de la semana pasada tocó Madrid y varios chavales se desplazaron hasta la capital. Además del estadio del rival, el Atlético de Madrid, les correspondió visitar el triángulo del arte: Prado, Thyssen y Reina Sofía.
Si el equipo del pueblo juega en Soria, los niños estudian a Machado o el curso del río Duero
'La idea es sencilla: todas las asignaturas se adaptan a la ciudad a la que le toca viajar al equipo', explica Caparrós. Por ejemplo, si El Ejido va a jugar a Soria, los niños estudian al poeta Antonio Machado, el curso del río Duero y los restos románicos de Berlanga. ¿Y matemáticas? ¿Cómo se relaciona a un equipo de fútbol con los números? 'Muy fácil', continúa Caparrós, 'para viajar hasta Soria habrá que parar a desayunar, ¿no?, y habrá que calcular todos los gastos que tenemos durante el viaje. Además, luego ese dinero lo convertimos en euros'.
Pero el aprendizaje no se queda sólo en lo estrictamente académico. Los alumnos tienen que aprender a moverse por su cuenta, y así se les puede ver deambulando por las agencias de viajes del pueblo solicitando presupuestos para el desplazamiento. También tienen que solicitar información institucional de los lugares que visita el equipo. Los niños aprenden de este modo a escribir cartas oficiales con una sintaxis correcta, 'con su fórmula de encabezamiento y todo'.
Un mapa ocupa uno de los laterales del aula de sexto de primaria. Está lleno de chinchetas y de números. A través de la silueta de España los niños tienen que elaborar unas fichas con las distancias kilométricas entre ciudades y los accidentes geográficos que se interponen entre ellas. El año pasado el mapa era más reducido, se limitaba a Andalucía. El curso anterior, la idea de Carmen Caparrós para sortear el desinterés de los chavales fue un recorrido por los 'creadores andaluces'. Un largo recorrido que empezó por Góngora y acabó en Camarón.
Pero la fiebre del fútbol ha calado más. Tanto que las niñas están tan involucradas como los niños. O más. De hecho, han aprovechado la idea para exigir a los chicos que les dejen jugar al fútbol en el patio.
Los padres apoyan el invento. Antonio Calleja, miembro del consejo escolar del centro, confiesa estar 'entusiasmado con la idea'. Para Calleja, 'se nota que a los chavales se les hace más fácil el estudio de esta manera'. Su hija Nerea, de cuatro años, también se está aprovechando de la fiebre desatada por el Poli (nombre cariñoso del equipo de la ciudad). Los profesores de primaria han copiado la idea y enseñan a niños como Nerea los colores, las letras y los números con la inspiración de las camisetas del club de fútbol. Así, los más pequeños escogen una de las letras que componen el nombre propio de un jugador y con ella tienen que imaginar una palabra nueva. A Nerea parece que le gusta el sistema y está 'muy contenta'. La pequeña asegura que conoce 'a varios jugadores ya, por ejemplo, la M de Marco'. Para los colores utilizan el uniforme de los jugadores del equipo ejidense, que es azul claro y blanco, pero, claro, 'faltan un montón de colores y hay que utilizar los tonos de las camisetas de los equipos rivales' para completar el arco iris. Para dominar los números el procedimiento es más sencillo y basta con añadir al tradicional sistema de contarse los dedos el que los niños se fijen en las cifras impresas en la equipación del club.
José Fernández, padre de uno de los chicos, asegura que 'todos los padres lo vemos fenomenal, porque es aprovechar en beneficio de la enseñanza el entusiasmo que hay en todo el pueblo con el equipo'.
Tanto que, incluso, los niños se han contagiado y se han puesto a estudiar con interés.
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