Erección
Nada, que no me llaman. La Junta quiere que 200.000 andaluces participen en el debate sobre la llamada Segunda Modernización de Andalucía, y a mí me da que no voy a estar entre ellos. Qué lástima. ¡Con lo bien que se come en estos debates programáticos! Desde que el martes pasado supe que el Gobierno andaluz va a convocar 350 encuentros con todos los gastos pagados para discutir las ideas del foro Andalucía Nuevo Siglo no me he movido de casa esperando la llamada de Gaspar Zarrías, el hombre que organiza todo esto. Digo: si ha tenido la elegancia de invitar a Teófila Martínez, seguro que se acuerda de mí. Pero nada. Ni una llamada. Ni una carta. Como las sesiones durarán hasta abril de 2002, mi familia dice que todavía hay tiempo; pero yo he perdido la esperanza. ¡Con la cantidad de ideas que puedo ofrecer para remodernizar Andalucía! Piensen ustedes que yo vivo en Almería, donde sólo ha llegado la mitad de la Primera Modernización, y que por lo tanto sé dónde hay que aplicar la milagrosa pintura de la Junta.
Por ejemplo, no le vendría mal una mano de Segunda Modernización de Andalucía a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Almería. No es que me parezca mal que se editen carteles de apoyo a David Bisbal. Ojalá que este almeriense gane el concurso de televisión Operación Triunfo y arrase luego en el Festival de Eurovisión. Lo que pasa es que me gustaría que también se pegaran carteles de apoyo, digamos, a Antonio Serrano, el heroico fundador de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro que todos los años se celebran en la ciudad, o a José Luis López Bretones, que ha recogido en un reciente y celebrado libro algunas prosas inéditas de Juan Ramón Jiménez.
Otro que necesita no una capa, sino varias manos de Primera, Segunda y Tercera Modernización de Andalucía -y luego otra de barniz- es el presidente de la Diputación de Almería, que nos acaba de amenazar con un ataque bacteriológico no de ántrax, sino de caspa, que es mucho más contagiosa. Resulta que don Luis Rogelio Rodríguez Comendador, que así se llama el prohombre, estaba el otro día comiendo con un amigo suyo, que es marmolista, cuando se le ocurrió la espantosa idea de labrar en mármol de Macael una espeluznante figura de la Virgen del Mar, que tendrá 22 metros de altura y será erigida a la entrada del puerto de Almería. Qué peligrosas son, Virgen Santa, estas comidas de navidad: empieza uno con una cañita y termina modificando el plan urbanístico del planeta entero. Según las propias palabras del visionario presidente, esta atrocidad será como la Estatua de la Libertad de Nueva York, pero en virgen y en almeriense. Y además obligatoria, porque Comendador la ha diseñado para que nadie pueda escapar a su contemplación, para que se divise, lo quieras o no, desde cualquier punto de la ciudad. El disparate será financiado por suscripción popular; y lo que falte lo pondremos entre todos, gracias al generoso patrocinio de la Diputación.
Si Comendador nos levanta semejante Virgen en pleno puerto, no habrá pintura suficiente ni Segunda Modernización de Andalucía que disimule la monumental erección. Habrá que esperar entonces a la Tercera. A ver si para ésa me llaman.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.