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Reportaje:FÚTBOL | 17ª jornada de Liga

De la flema a la acritud

Sometido a una presión tremenda, Rexach intenta hallar su papel como técnico del Barça

Àngels Piñol

'¡Puyol, Puyol! ¡Colócate a la izquierda, que ése siempre pasa por ahí!'. '¡Philippe [Cocu], vete hacia el centro!'. '¡No, hombre; no, Bonano; no!'. El portero argentino acababa de sufrir el segundo gol del Celta, el del empate, y Carles Rexach, el técnico del Barcelona, que se había levantado y sentado mil veces, se dejaba caer en el banquillo mientras, manos en los bolsillos, renegaba del mundo. Las cámaras del Canal 33 ofrecían el pasado domingo a un hombre distinto: Charly, un tipo impasible, irónico, frío como la nieve, había perdido su flema británica y se derrumbaba.

Bien mirado, puede que la imagen no resultara tan extraña, pues, al fin y al cabo, Rexach era el espejo de un equipo perdido, confuso y desorientado que este último mes sólo ha sumado dos puntos de los 12 posibles: dos derrotas y dos empates. Únicamente el Rayo lo ha hecho peor. Así que no es que Rexach se juegue hoy la continuidad en la visita al Villarreal (17.00, Teletaquilla), ya que, según su propio decir, la situación 'no es límite, sino delicada', pero la próxima semana aguarda el derby barcelonés y dos resultados negativos más le pondrían en el alambre.

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A juzgar por las imágenes servidas el lunes del partido contra el Celta y por la reacción que tuvo al día siguiente con Pichi Alonso, Rexach está más que nada destemplado. Lo cierto es que cargó sin venir a cuento contra Pichi, ex jugador del Barça y del Espanyol y que compagina su trabajo de mesurado comentarista en TV3 con el de seleccionador catalán. 'Espero que su pizarra mágica me aporte alguna solución. Pero no le sirvió de mucho en el Figueres ni en el Espanyol, que bajaron de categoría', dijo Rexach con una agresividad desconocida. Él mismo procuró ayer desandar el camino extraviado: 'Un comentario a bote pronto. No hay que darle más trascendencia. Pichi es amigo mio'.

Rexach sabe que hay mucha gente que piensa que no es el técnico ideal para el Barcelona. Se siente escrutado en un papel que le es nuevo. Habituado a cobijarse en la sombra, nunca había estado sometido a tanta presión. Fue el bonachón de su pareja con Johan Cruyff y ahora está en la primera línea de fuego. Todo ha cambiado en poco tiempo. Al principio, se alimentó de los buenos resultados y de su ironía. Pero ahora el marcador le ha dado la espalda y, a diferencia de Vicente del Bosque, su homólogo del Madrid, empieza a sentir que todo el peso de un club agarrado con pinzas recae sobre él.

Demasiado sufrimiento

La junta ha invertido en dos temporadas 30.000 millones y necesita títulos de inmediato. Por eso todas las alarmas se han encendido en un tiempo récord. El Barça aprobó su primer examen encarrilando la Liga de Campeones y alcanzando en octubre el liderato. Pero ese capital, agigantado tras la victoria en Liverpool, se ha evaporado en dos meses. 'Desde que soy entrenador, sólo he estado tranquilo tres o cuatro partidos. Tanto sufrimiento no se puede aguantar', explotó Rexach tras la igualada con el Galatasaray. 'El desgaste al que está sometido es demasiado grande', comenta una persona de su entorno; 'está sufriendo una presión inhumana, la de convencer a todo el mundo minuto a minuto: a los jugadores, a los directivos, a la afición, a la prensa...'.

Pero, pese a todo, Charly no ha perdido su ascendencia sobre los futbolistas, aunque les ha amenazado con dejarles sin vacaciones de Navidad. '¿Dónde pensáis que estáis?', les advirtió tras perder en Vitoria; '¡a mí me echarán, pero me llevaré a dos o tres por delante!'. ¿Tiene miedo a que le echen? ¿Cómo está?, se le preguntó ayer. Y respondió: 'Estoy tranquilo. Ya sé que hay gente nerviosa, pero la presión me la pongo yo, no hace falta que lo hagan los demás'.

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