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Entrevista:MIGUEL DELIBES DE CASTRO | Biólogo y Premio WWF 2001

'Los ecologistas tendemos poco al pacto y somos fundamentalistas'

Dicen que Miguel Delibes, el escritor, el padre de la saga Delibes, fue el primer verde español y él suele responder: 'Antes que un escritor que caza, soy un cazador que escribe', o también: 'Si hubiera sabido de joven que se podía vivir de la biología, habría estudiado Ciencias Naturales'. No es extraño, por tanto, que de sus siete hijos, cuatro se dediquen a la biología. Uno de ellos, Miguel (con un asombroso parecido físico con su padre y su imagen austera), preside la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (SECEM), que este fin de semana celebra en Vitoria su congreso anual. A sus 54 años, le empiezan a llover los galardones. Este año ha recibido el Premio Nacional de Medio Ambiente Félix Rodríguez de la Fuente y el Premio del Mérito a la Conservación de WWF-Adena Internacional. Además, ha publicado el libro Vida: la naturaleza en peligro (Temas de Hoy).

'La recuperación de Doñana ha sido una tarea de chinos. Sorprende que no se juzgue a Boliden y sí a un médico que falla'

Pregunta. Lo de escribir vendrá en la sangre...

Respuesta. Quizá, pero sobre todo tengo una autocensura terrible, un miedo a escribir muy grande. Yo empecé con Félix Rodríguez de la Fuente, en la enciclopedia Fauna y, como no firmaba, era más fácil.

P. ¿Cómo ha cambiado en los últimos 30 años la sensibilidad de la sociedad española hacia la naturaleza?

R. Él logró cambiar de una falta total de sensibilidad a una primera sensibilización. De entonces a ahora el cambio ha sido más lento, porque es más difícil. Es el cambio de ser sensible hacia algo a asumir racionalmente el conflicto que representa. Ya hemos conseguido que nos den pena las pobres águilas que mueren en el tendido eléctrico, pero es más complicado relacionar el tendido eléctrico con nuestra manera de vivir. Hay que conseguir ese paso.

P. Usted dirigió la Estación Biológica de Doñana de 1988 a 1996. ¿Qué conclusiones extrae del desastre de Aznalcóllar?

R. La primera es que, aunque cueste algo más, merece la pena evaluar bien las posibilidades de riesgo y todas las alternativas antes de levantar una industria peligrosa. Una segunda enseñanza es que esos estudios son baratos, dado lo caro que puede resultar arreglar un desastre así. Entre 30.000 y 40.000 millones ha costado remediarlo. También hemos aprendido que trabajando mucho se puede arreglar bastante, aunque no se ha llegado a vender todo lo bien que merecía, probablemente porque se había puesto en sordina el propio accidente. Ha sido una tarea de chinos, con 300 camiones día y noche durante muchos meses, cargando los tóxicos, incluso con muertos por accidentes de tráfico. Ahora los niveles de contaminación son inferiores a los de antes. Además, trabajando se han descubierto otros problemas. Hay niveles de cadmio preocupantes, aunque no vienen de la mina.

P. ¿Y no da la impresión de que el tan cacareado lema de 'quien contamina paga' no se cumple muchas veces?

R. En esta ocasión, nada. El caso no va a juicio. Sorprende. Cuando un médico que hace mil operaciones y le sale una mal sí es juzgado y, en cambio, aquí ni siquiera se llega a juzgar a la empresa [Boliden].

P. ¿Todo el fenómeno verde que en otros países está tan asentado, por qué no arranca en España?

R. No lo sé. Aquí estimamos poco a los políticos, y creo que es un error. Además, los grupos ecologistas tendemos poco al acuerdo, al pacto y somos más fundamentalistas. Preferimos ir a la contra que proponer alternativas asumibles. Tenemos miedo a parecer pactistas, cuando debería ser lo contrario.

P. Usted está especializado en carnívoros, y en el lince en concreto. ¿Se ha atajado su peligro de extinción?

R. No. El lince lleva un siglo y medio disminuyendo. No sabemos cuántos animales hay. Ahora se calculan unos 300.

P. ¿A pesar de que se les vigila tan de cerca?

R. No, no es así. No tenemos un buen método para contarlos. En Doñana sí se les mima. Hay un cierto mito de que se ha gastado mucho dinero, pero no es verdad. Ahora se están empezando a hacer cosas más serias.

P. El congreso de la SECEM se ha organizado en Vitoria por la colonia de visones europeos, una especie amenazada, que vive en Salburua. ¿No se conoce más la situación de animales que ni siquiera existen en España que la de los que tenemos a un kilómetro de casa?

R. Estoy convencido. Los medios de comunicación dan a la sociedad lo que más llama la atención, porque es lo que la gente compra. Es una cuestión difícil de arreglar. Eso aleja a la sociedad de la percepción de que el conflicto ambiental es suyo. Criticamos a los brasileños por talar el bosque y no nos fijamos en la papelera de nuestro pueblo. En Doñana, invitamos a unos niños que habían ganado un concurso y nada más entrar tiraron las bolsas de patatas al suelo. Y me dijeron: '¿Y qué?' Las acabaron recogiendo, pero no les quedó claro que aquello tuviera algo que ver con el medio ambiente.

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