'Sólo la mamografía puede detectar tumores de dos o tres milímetros'
El arma más importante contra el cáncer de mama es la detección precoz y su extirpación quirúrgica. Este tumor maligno es uno de los pocos que pueden curarse definitivamente si se diagnostican y tratan en sus primeras fases. Cuanto más pequeño se detecte, mayores serán las posibilidades de curación. Y la forma más eficaz es el cribaje de masas mediante mamografías en mujeres de 40 a 70 años', afirma el radiólogo y oncólogo francés Jean-Louis Lamarque. En este tramo de edades, un 11% de las mujeres en los países desarrollados padecen este tumor.
Lamarque, de 69 años, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Montpellier (Francia), es uno de los principales impulsores de la práctica de mamografías en el cribado o despistaje de masas (diagnóstico precoz en población asintomática) en Francia, y es un acérrimo defensor del uso preventivo de esta técnica que, según él, 'ha demostrado sobradamente su eficiencia o relación coste-beneficio en la población femenina asintomática de 40 a 70 años'.
'Diagnosticado en sus primeras fases, es uno de los pocos cánceres que pueden curarse'
'Seis meses de demora en un diagnóstico pueden aumentar en un 7% el riesgo de metástasis'
Por eso arremete vehementemente contra los detractores de la mamografía como despistaje de masas, al tiempo que desacredita el trabajo realizado por la Unidad de Epidemiología del Cáncer de Oxford (Reino Unido) publicado hace unas semanas en la revista The Lancet, que concluye que las mamografías masivas no logran reducir la mortalidad y conducen a tratamientos más agresivos.
'El problema de esta investigación', sostiene, 'es que compara diferentes estudios realizados con metodologías muy diversas y con parámetros no evaluados desde el principio. En esta línea se decantó el trabajo de un grupo canadiense, que más tarde tuvo que rectificar y admitir que había una gran heterogeneidad en la metología empleada. Sin embargo, un equipo sueco del Instituto Karolinska de Estocolmo, que tiene una larga casuística, ha demostrado en un metaanálisis que la mamografía reduce un 63% la mortalidad en el cribado de población de 40 a 69 años, ya que es la única prueba que detecta en sus primeras fases el tumor, cuando es curable, y además permite aplicar tratamientos conservadores'.
Lamarque ha viajado recientemente a Madrid para dar una conferencia en el Colegio de Médicos de Madrid, con motivo del 25º aniversario de la creación del Centro de Radiología de la Mama, una institución privada concertada con la Seguridad Social que realiza unas 45.000 mamografías al año.
'Sabemos que el cáncer de mama es una enfermedad sistémica, generalizada, pero sólo cuando lleva varios años de evolución, porque en sus primeros estadios es un tumor perfectamente localizado y curable. Desde que aparece, que suele medir unas tres micras, hasta que llega a medir de dos a tres milímetros transcurren entre ocho y nueve años. Durante este tiempo podemos actuar y salvar vidas. Sin embargo, cuando han transcurrido más de 10 y la neoplasia empieza a superar el centímetro y medio las posibilidades de curación total se reducen notablemente. Por tanto, disponemos de un tiempo precioso y limitado para actuar, y hoy por hoy la mamografía es la única técnica diagnóstica que permite detectar tumores de dos o tres milímetros', afirma Lamarque, responsable de la política de cribaje que se realiza en Montpellier.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) creó en 1963 un decálogo para el despistaje de masas en diferentes enfermedades a partir del principio de que esta práctica se desarrollará siempre que los beneficios sean superiores a los inconvenientes y que exista una infraestructura capaz de satisfacer la demanda asistencial que genere el cribado.
Por ello, Lamarque insiste en la implicación de las autoridades sanitarias y en la asignación de presupuestos equilibrados 'para este problema de salud pública, porque no serviría de gran cosa detectar precozmente el cáncer si luego no podemos tratarlo inmediatamente'. También subraya la trascendencia del tiempo en la detección, puesto que seis meses de demora para confirmar un diagnóstico de sospecha aumenta en algunos casos un 7% el riesgo de metástasis, 'cuando ya no es posible un tratamiento conservador, que no mutile la mama, y que sea curativo'.
Para Lamarque, el tamaño del tumor es un importante factor pronóstico y no se cansa de ensalzar las bondades de la detección precoz: 'Cuanto más pequeño sea el tumor, mayores serán las posibilidades de curación. Está demostrado que va a tener mejor pronóstico un tumor de 10 milímetros con afectación ganglionar que otro de 15 sin el sistema linfático afectado'.
La exploración mamográfica comenzó a practicarse en 1963, cuando el radiólogo Charles Gros, profesor de la Universidad de Estrasburgo (Francia), diseñó un equipo radiológico especial para estudiar las patologías de la mama. Paralelamente, su colega Jean-Louis Lamarque emprendía una ambiciosa política preventiva del cáncer mamario con mamografía en Montpellier.
'De los mamógrafos de antes a los de ahora', dice Lamarque, 'hay diferencias abismales en cuanto a sensibilidad, especificidad y tasa de fallos. En los últimos 20 años hemos ganado un centímetro en el diagnóstico precoz con respecto a los aparatos primeros. Ahora el mamógrafo digital, que cuesta unos 10 millones de pesetas, es el más fiable y seguro. Bien controlado y manejado, no presenta ningún riesgo por la exposición radiológica. Pero es fundamental que el mamógrafo esté validado, supervisado y con total garantía de calidad del fabricante, el radiólogo, el físico y todo el personal médico. Esto tiene un precio, porque la calidad se paga, pero es fácilmente amortizable no sólo en dinero, sino en sufrimiento y vidas'.
En su opinión, y en consonancia con las recomendaciones del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, tendría que hacerse anualmente una mamografía a la población femenina de 40 a 50 años, 'porque en esta década el tumor avanza muy deprisa', y cada dos hasta los 70.
Gracias a la mamografía de despistaje de masas, según Lamarque, se ha duplicado el número de diagnósticos de cáncer de mama en sus primeros estadios: 'La experiencia nos ha demostrado que la termografía no valía para nada y que la ecografía puede ser un sacaperras. La exploración de la mama por ultrasonidos ha de ser siempre un complemento de la mamografía, por lo que su indicación debe estar hecha por el radiólogo y no por el ginecólogo o el cirujano'.
Para este especialista, la mamografía puede por sí sola confirmar en algunos casos el diagnóstico de malignidad. Cuando sugiere dudas, es aconsejable practicar una ecografía e incluso extraer una biopsia y proceder a su análisis anatomopatológico.
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