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Columna
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Congreso constituyente

El pasado domingo se celebró en Granada el congreso constituyente del PSA. Aunque las siglas estuvieron presentes en la política andaluza en los momentos iniciales de la transición, no llegaron a ser inscritas como tales en el registro de partidos del Ministerio del Interior. En el momento inmediatamente anterior a la primera convocatoria de elecciones democráticas en 1977, al pretender los dirigentes del partido acentuar el carácter andalucista del mismo, que entendían quedaba algo difuminado con su calificación como socialista, decidieron prescindir de la S y definir al partido como exclusivamente andalucista. De ahí que el PSA pasara a convertirse en PA y como tal haya estado presente en el sistema político español y en el subsistema andaluz desde entonces.

'No resulta aventurado pronosticar que la irrupción del PSA va a poner fin a la colaboración del andalucismo con el PSOE. No en esta legislatura, pero sí en la próxima'

Fue, pues, la doble decisión de los dirigentes históricos del andalucismo, de no inscribir las siglas PSA en el registro de partidos del Ministerio de Interior y de concurrir como PA en los procesos electorales, la que ha permitido a los andalucistas escindidos o expulsados del PA constituirse políticamente con las siglas con las que originariamente se presentó el andalucismo en la política española, sin necesidad de tener que recurrir a unas siglas completamente nuevas que siempre dificultan la inicial puesta en marcha del partido y su reconocimiento por el cuerpo electoral.

Ahora bien, esa es la única ventaja con la que cuenta el nuevo partido, ya que se incorpora a nuestro sistema político en un momento particularmente difícil para el andalucismo. El último estudio de opinión conocido, el elaborado por el Instituto Opina por encargo de la CEA (El País, 21 de noviembre), no contemplaba todavía la escisión en el andalucismo y no preguntaba, en consecuencia, por el recién constituido PSA, pero aún así ponía de manifiesto una leve tendencia a la baja del andalucismo, combinada con una muy fuerte estabilidad con una leve tendencia al alza tanto del PSOE como del PP.

Quiere decirse, pues, que el nuevo partido nace en el momento en el que parece reducirse algo el espacio del andalucismo, ya de por sí no muy amplio, y en el que parece difícilmente penetrable al mismo tiempo el espacio de los dos partidos fronterizos de los andalucistas tanto por su izquierda como por su derecha. El de IU para el andalucismo es prácticamente irrelevante. Entra, por tanto, dentro de lo posible e incluso de lo probable que el nuevo partido conduzca a acentuar la tendencia a la baja del espacio andalucista, sin conseguir penetrar en el espacio socialista o en el popular.

Dicho de otra manera: toda la evidencia empírica de que disponemos indica que hay un espacio para el andalucismo en nuestro sistema político. Pero no hay nada que indique que haya espacio para dos opciones anducistas. El número de escaños de cada una de las provincias andaluzas en las elecciones autonómicas es relativamente alto y no es preciso un porcentaje muy elevado de votos para obtener escaño. A pesar de ello, el andalucismo no ha conseguido obtener representación en la mayor parte de las provincias. El riesgo de que el electorado andalucista dividido entre dos opciones acabe conduciendo a que ambas queden como extraparlamentarias, o a que queden reducidas a uno o dos escaños, es bastante elevado.

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No resulta aventurado pronosticar, en consecuencia, que la irrupción del PSA en nuestro sistema político va a poner fin a la colaboración del andalucismo con el PSOE en el gobierno de nuestra comunidad autónoma. No en esta legislatura, pero sí en la próxima.

Esta va a ser, posiblemente, la consecuencia más inmediata y la de más transcendencia en la política andaluza. La presencia del PSA junto al PA no va a hacer posible ni política ni aritméticamente la fórmula de gobierno que ha dirigido la comunidad autónoma en estas dos últimas legislaturas. Ni el PSOE va a poder tener como socio a una parte del andalucismo. Ni ninguna de las dos opciones andalucistas que van a competir por el mismo espacio, se podrá presentar ante los electores con un programa en el que entre en juego la posibilidad de constituir gobierno con el PSOE. La necesidad de definirse como una opción andalucista sin subordinación a nadie va a ser una cuestión de vida o muerte para los dos partidos andalucistas. La sombra del PSOE sobre cualquiera de ellas la descalificará en una competición interna por el espacio andalucista. Lo que para una sola opción andalucista era una gran ventaja, se convierte en un obstáculo insalvable cuando hay dos

Se ha producido, pues, un cambio no insignificante en nuestro sistema político. Es posible que la composición del Parlamento andaluz tras las próximas elecciones autonómicas no sea muy distinta de la que tiene ahora mismo, pero es casi seguro que el partido que se va a jugar va a ser muy distinto.

La irrupción del PSA en la política andaluza va a reducir muy considerablemente el margen de maniobra del PSOE. La comodidad con que se ha movido el PSOE en estas dos últimas legislaturas se va a acabar. No es probable que aumente su número de escaños y, si lo hace, no lo hará en más de uno o dos. Va a necesitar, en consecuencia, de algún tipo de acuerdo de legislatura para gobernar establemente. Y sólo va a poder contar con IU para ello.

IU es la gran beneficiaria de la escisión del andalucismo. Por esta via se le presenta una nueva oportunidad de tener una presencia no marginal en el sistema político andaluz.

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