'La ablación es una cuestión de poder del hombre'
Sindicalista con una trayectoria de 20 años y Caballero de la Legión de Honor, Fatoumata Siré Diakité es presidenta desde 1996 de la Asociación para la defensa de los derechos de las mujeres de Mali, y candidata a la presidencia en las elecciones de 2002. Luchadora contra la ablación en su país -su asociación agrupa 30.000 mujeres- y en los foros internacionales, ha pasado por Madrid con motivo de la campaña contra los malos tratos.
Pregunta. ¿Por qué siguen aceptando las africanas esta clara violencia de su cuerpo?
Respuesta. Ya no la aceptan, esto está cambiando. En Mali prevalece en el 94% de las mujeres de 30 a 50 años, pero en las jóvenes disminuye. Es una tradición, pero el Derecho tiene que prevalecer. Además, no es algo generalizado, sino ligado a diferentes etnias y a la ignorancia. La ablación es una forma de controlar la sexualidad, un seguro impuesto por el hombre para asegurarse su virginidad. No es una tradición, sino cuestión de poder. Pero ahora las niñas van a la escuela, ya no se casan a los doce años. África evoluciona.
P. ¿Está decidido su Gobierno a prohibir esta práctica tan arraigada en las capas populares?
R. No está prohibido, pero estamos revisando el Código de Familia, obsoleto en varios aspectos, y esto va a producir cambios legales. Mali, además, ha ratificado convenios internacional sobre los Derechos de la Mujer y los Derechos del Niño, y eso se va a notar. La mutilación genital es la peor violencia contra la mujer; a veces se práctica cuando la niña es bebé, con pocas semanas, así que no se pide opinión, está indefensa. Es una auténtica violación de la integridad física y mental de la mujer.
P. ¿Qué eco tiene este mensaje en la población y en las propias mujeres? Las que realizan la escisión son mujeres precisamente...
R. En efecto, son mujeres de una casta concreta las facultadas para hacer un trabajo transmitido de madres a hijas. Tratamos de involucrar a estas mujeres, y muchas ya han entregado el cuchillo, un símbolo importante. Tenemos 100 mujeres que lo han hecho ya y las hemos ayudado a reconvertir su trabajo. Ahora se dedican a tejer, un trabajo con más futuro. Y el ministro de Salud ha decidido expulsar al personal sanitario que realice la escisión.
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