Alerta sobre el mal uso de la píldora poscoital
Los médicos advierten del daño que causa la utilización de la pastilla como método anticonceptivo
La píldora poscoital se vende en España desde hace sólo seis meses. Pero su eficacia a la hora de impedir el embarazo cuando se producen relaciones sexuales sin protección ha sido ampliamente difundida entre las mujeres jóvenes. Es habitual que la reclamen en los centros sanitarios tras el fin de semana, pero muchas han olvidado que es un método de emergencia, que su uso no debe repetirse en plazos cortos y, sobre todo, que no debe desterrar el uso del preservativo. Muchos médicos creen que falta información, que debería darse en el momento en que las jóvenes piden la receta de este medicamento y, en cambio, no ponerle trabas, porque esto las empuja a utilizar métodos menos eficaces y con más efectos secundarios.
'Alterar la evolución normal del ciclo menstrual varias veces es malo'
'No hay fundamento científico para que intervenga un médico con el levonorgestrel'
Llegan de dos en dos: ella y su amiga o, algunas veces, ella y su pareja. Pero siempre hacen la misma pregunta:
- Anoche se me rompió el preservativo... ¿Qué pastilla tomo para no quedarme embarazada?
Se repite cada fin de semana y cada lunes en los centros sanitarios de toda España. Chicas de entre 14 y veintitantos años que buscan la píldora poscoital, un medicamento que impide que se produzca el embarazo cuando se han tenido relaciones sexuales sin protección. Aunque sólo se vende desde hace seis meses, las jóvenes conocen perfectamente que hay un tratamiento más eficaz y con menos efectos secundarios que el que hasta ahora se recetaba. Y lo piden sin tapujos a los médicos. El problema es que, con la píldora poscoital como colchón, tienden a usar menos el preservativo y olvidan que es un método de emergencia y no debe usarse sistemáticamente.
'Utilizar la poscoital como método anticonceptivo es un error de concepto. Pero no es tan grave que algunas chicas la tomen dos o tres veces, como que la usen con diferentes parejas y no se protejan de las enfermedades de transmisión sexual', señala el doctor Javier Martínez Salmean, jefe del Servicio de Ginecología del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid).
Esto sucede por el tipo de relaciones sexuales que tienen los jóvenes, que suelen ser esporádicas e imprevistas. Y poco seguras: la mayoría de quienes solicitan la píldora poscoital asegura que está en situación de riesgo porque se le rompió el preservativo. Pero los controles de calidad de las empresas que los fabrican señalan que puede fallar uno de cada 340. Por eso, los médicos y el personal sanitario que atiende a las jóvenes sospechan que en el 80% de los casos ni siquiera usaron condón.
'Ahí hay un error de base muy grande', señala Castañar Martín, una de las responsables de la línea telefónica de información sexual a los jóvenes de la Asociación de Planificación Familiar y la Comunidad de Madrid. 'Los chicos sólo entienden el preservativo como prevención del embarazo'.
'Cuando se trata de chicas adolescentes, con relaciones circunstanciales, es difícil que después de pedir la pastilla vayan a los centros de planificación, como les recomendamos, para que les aconsejen sobre métodos anticonceptivos. Piensan que les ha pasado por casualidad, que no se va a repetir. Pero ocurre otra vez. Si no es el fin de semana siguiente, será más tarde o más temprano', dice el doctor Antonio Martín, jefe del Servicio de Ginecología del hospital Costa del Sol de Marbella.
Quienes repiten lo hacen por desconocimiento, porque no tienen en cuenta que es menos efectivo que tomar la píldora tradicional. Y que además no es recomendable para la salud: 'No hay estudios a largo plazo sobre sus efectos, porque los que existen se han hecho sobre su uso habitual, que es el de emergencia', explica Isabel Serrano, ginecóloga de la Federación de Asociaciones de Planificación Familiar. 'Pero el sentido común, hace pensar que alterar la evolución normal del ciclo menstrual varias veces es malo'.
Esta doctora insiste en que son minoría las que repiten la toma de levonorgestrel, que en España se vende con las marcas de Norlevo y Postinor. 'No existe un estudio sobre el conjunto de la población, pero, entre las jóvenes que acuden al Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad de Madrid, un 16% reincide', señala.
'Tampoco hay que pensar que esto es una locura de jóvenes pidiendo la píldora', señala Álvaro Bonet, vicepresidente de la Sociedad de Medicina Familiar de la Comunidad Valenciana y ginecólogo del centro de salud Salvador Pau de Valencia. 'Más bien parece que es una especie de malla: se ha pasado de la angustia que había antes por el embarazo a saber que hay una forma de evitarlo'.
Muchos médicos insisten en que es una cuestión de información, de potenciar el uso del preservativo y no poner trabas a la dispensación de la píldora. 'Hay que aprovechar el momento en que piden la anticoncepción de emergencia como puerta de entrada para explicar los métodos que hay, pero dedicándoles tiempo', sostiene Serrano. 'Si lo hacemos bien, ninguna joven estará interesada en usarlo como método anticonceptivo'.
'La educación sanitaria que da un médico de guardia en urgencias a las cuatro de la mañana es inexistente', añade Martínez Salmean, quien cree que en la dispensación de la píldora poscoital no debería intervenir el médico, 'sino alguien del mundo sanitario que informe y reconduzca a los jóvenes a otras maneras de protección'. Como en Francia, donde es la enfermera que hay en cada instituto la que suministra la poscoital a las estudiantes que lo solicitan.
'El susto que te llevas en ese momento es la situación ideal para que alguien te conciencie', asegura Vanessa, de 20 años. Ella ha tomado la píldora dos veces: en la primera se le rompió el preservativo; la segunda, no usó nada. 'Se me fue la cabeza', reconoce.
La Organización Mundial de la Salud llegó al acuerdo de considerar que el embarazo comienza cuando se implanta el óvulo fecundado y, por tanto, todos los mecanismos que impiden su implantación no son abortivos, sino anticonceptivos. Éste es el caso del levonorgestrel, que actúa antes de que se produzca el embarazo. Además, si se administra cuando éste ya se ha producido, no afecta ni a la madre, ni al feto. Otra de sus características es que no tiene contraindicaciones. 'No hay fundamento científico para que intervenga un médico', sostiene Salmean. '¿Por qué tiene que participar el médico en el uso de un preservativo?'.
Como otros médicos, considera que tal y como se ha establecido la dispensación de la píldora poscoital, donde se exige una receta médica, su uso es poco efectivo. La demanda aumenta los fines de semana, que es cuando los servicios sanitarios tienen menos capacidad para responder y, precisamente, la efectividad de la píldora depende de la rapidez en su administración.
Salvo en Andalucía, donde se dispensa gratis en los servicios públicos de urgencia y atención hospitalaria -desde mayo se han distribuido unas 2.400 píldoras al mes, sobre todo a mujeres de 20 a 24 años-, es habitual que las jóvenes vayan de un sitio a otro en busca de la pastilla. Entre otras cosas, porque médicos que podrían recetarla como los de urgencias, no la conocen bien y prefieren abstenerse. El resultado es que las jóvenes no encuentran quién se la recete. Y el tiempo cuenta.
'¿Por qué los centros de planificación no abren los fines de semana por la noche?', se pregunta Marisa, de 25 años. La única vez que tuvo que tomar la poscoital acudió a una farmacia, donde no pudo comprarla sin receta. De allí la enviaron al hospital de La Paz, en Madrid, donde le dieron un número de planificación familiar, diciéndole que allí se la recetarían. 'No contestaban: no atienden después de las 22.00'. Al final, Marisa consiguió las píldoras a través de una amiga. Fuera del circuito legal. Y por supuesto sin que nadie le asesorara sobre si era lo idóneo.
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