Michael Douglas repite la figura de un padre atormentado por un hijo
El actor lucha contrarreloj para salvar a su familia en 'Ni una palabra'.
Una vez más, el guionista William Goldman, algo así como el oráculo en Hollywood dadas sus acertadas definiciones de esta industria, ha sabido resumir en una frase el valor de Michael Douglas: 'Es el prototipo del americano medio de cada día, con todos sus defectos'. No ha sido una mala carrera, llena de personajes que no son ni héroes ni malvados, sólo un poco flojos de moral intentando salir a flote una vez que han sido atrapados en la tela de araña. Como cualquier humano. Así era Gordon Gekko, el personaje que le valió un Oscar por Wall Street ('nunca le vi como un villano, sólo alguien al frente de sus negocios', resume Douglas), o cualquiera de sus papeles en la ya conocida como su trilogía sexual: Atracción fatal, Instinto básico y Acoso. Y así sigue siendo, ya sea por su debilidad por la marihuana en Jóvenes prodigiosos, por el trabajo en Traffic o por su familia en Ni una palabra, que se estrena hoy en España.
El actor asegura que la familia se ha convertido ahora en su mayor prioridad
'Es una película de suspense en la tradición más clásica del género, pero que encuentra su fuerza en las inesperadas cualidades de sus protagonistas. Como ejemplo, está el papel de Nathan Conrad (que Douglas interpreta), alguien que parece tenerlo todo hasta que le quitan lo que más quiere y se ve luchando contrarreloj para recuperarlo'. Así resume su último trabajo en pantalla, como un psiquiatra de renombre intentando conseguir cierta información de una de sus pacientes como única forma de recuperar con vida a su hija de ocho años.
De todos los sentimientos en los que este actor de 57 años podría encontrar inspiración para su trabajo, ninguno tan acertado en estos momentos como el instinto paternal que se le ve reflejado en la cara cada vez que se menciona el nombre de Dylan, el hijo que le ha dado su última esposa, la también actriz Catherine Zeta-Jones. 'La familia se ha convertido en mi mayor prioridad', reconoce llevado por el deseo de simplificar su vida, como actor, como productor o como estrella de Hollywood, para dedicarse a ser padre, algo que no pudo hacer con su primer hijo, Cameron, hace 23 años. 'Quiero ser el padre de mi hijo y el hijo de mi padre', agrega en referencia al mayor de los Douglas, su padre, Kirk, a sus 83 años el veterano de esta saga de artistas. 'En estos momentos, no tengo nada que probar. Uno ya no está tan entretenido por su carrera como para olvidarse de lo que importa', añade.
Son buenas palabras pero la carrera de Douglas da muestras de todo menos de debilidad. Si bien a principio de año se quedó compuesto y sin Oscar, a pesar de las cacareadas candidaturas que se esperaban por sus trabajos en Jóvenes prodigiosos y Traffic, el nuevo milenio no ha podido ser mejor en su vida. Zeta-Jones de su brazo como su nueva esposa, 25 años más joven que él; Dylan a su lado durmiendo como un bebé, fruto de una muestra de virilidad tardía, y algunas de las mejores críticas de su carrera por su presencia en varios de los títulos más alabados del año así lo demuestran. Además, está su trabajo como productor, el que le hizo ganar el primer Oscar de su carrera con Alguien voló sobre el nido del cuco cuando tenía poco más de 30 años y que en esta ocasión, mediante su nuevo sello Furthur, está desarrollando un total de 12 películas, la primera de ellas ya estrenada en EE UU bajo el título de One night at McCool's, y ahora Ni una palabra. 'Michael no es sólo una de las mayores estrellas, es uno de los mejores actores', resume el realizador del filme, Gary Fleder,
Según Fleder, el mejor ejemplo de su valía como actor es su capacidad de colaborar con la cámara para crear una determinada emoción en el público. Los estudios Fox, encargados de la distribución de Ni una palabra, tienen otro rasero para medir la calidad de una estrella, más preocupados de los resultados de taquilla, especialmente tras el ambiente de pesar generado el pasado 11 de septiembre. Canceladas las entrevistas y la publicidad prevista para promocionar esta cinta en respeto a las víctimas de los atentados terroristas, los estudios consideraron la posibilidad de olvidarse de este estreno, uno de los primeros tras la tragedia, para evitar un fiasco económico. Douglas fue claro. 'Por muy duro que sea, hay que seguir adelante, ir a nadar, a jugar al golf, ir al cine', afirmó en la prensa arriesgándose a ver un fracaso en la taquilla por falta de promoción. El resultado no pudo ser mejor: la película ha superado hasta la fecha los 54 millones de dólares (unos 10.000 millones de pesetas) en Estados Unidos y ahora parece dispuesta a continuar la racha por Europa.
Ni sus deseos de bajar el ritmo de trabajo ni el ambiente de tensión generado por los últimos atentados parecen suficientes para detener a Douglas.
Babelia
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