'Esto no va en serio. Es sólo periodismo'

Estupor. Es la palabra más adecuada desde que recibimos la primera noticia. Sabíamos que Julio Fuentes estaba en el convoy que habían tiroteado en la carretera de Jalalabad a Kabul. Nos aferramos a la idea de que no le hubiera tocado a él. Conforme pasaban las horas la esperanza y el desaliento se tornaban en una extraña vorágine. A media mañana llegó Mónica Prieto, su mujer, una excelente periodista que precisamente trabaja en nuestra sección de Internacional. Está acostumbrada a la distancia, a la incertidumbre. Pero todo tiene sus límites.
Julio había llegado a Afganistán hacía unos días después de una estancia en Pakistán. Desde Jalalabad nos mandó sus crónicas vibrantes, a las que nos tiene acostumbrados, llenas de rigor y de lo que llamamos en el argot periodístico color. El domingo lo pasó realmente mal. Había descubierto en una base abandonada de Al Qaeda unas ampollas de cristal que contenían un líquido amarillo. Estaban colocadas en unos recipientes de cartón en los que se podía leer en caracteres cirílicos: 'Gas Sarin'. Julio había tocado con las manos las ampollas y se sentía realmente preocupado. 'Escríbelo tal y como me lo cuentas', le comenté. Y envió su última crónica, en la que como en un extraño presentimiento repasaba su vida profesional, sus 10 guerras, sus temores, su certeza de que, a pesar de todo, no es ningún héroe.
A última hora de la noche una fuente de la Alianza del Norte aseguraba que los periodistas del convoy tiroteado seguían con vida. No puedo dejar de pensar en esa carretera, camino de Kabul, congelada a estas horas de la madrugada, y veo allí a Julio mirándome con su sonrisa eterna y escucho una de nuestras frases favoritas: 'Chico, no te preocupes, esto no va en serio. Es sólo periodismo'.
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