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Reportaje:

Una peculiar oficina de empleo

Un grupo de gitanos sigue en Sestao un plan de inserción laboral pese al rechazo de los vecinos

Un total de 42 gitanos, la mitad de ellos mujeres, han hecho oídos sordos a las protestas vecinales y participan en un programa de acceso al empleo en Sestao. La iniciativa se enmarca en un proyecto que entre los años 2000 y 2006 se desarrolla en 34 municipios españoles a través de la Asociación Secretariado General Gitano (ASGG). En el País Vasco funciona en Vitoria y Sestao y cuenta con un presupuesto de 500 millones de pesetas, de los que el 45% lo financia el Fondo Social Europeo y el resto corre a cargo de los cuatro ayuntamientos de la Margen Izquierda, del consistorio de Vitoria y de la Diputación alavesa. En la comunidad vasca residen unos 15.000 ciudadanos de etnia gitana, de los que entre 500 y 1.000 viven en Sestao.

El programa ofrece una relacion personal para ayudar a personas muy desubicadas en el mercado de trabajo

Las reacciones vecinales contra el proyecto fueron encabezadas por la asociación de vecinos Txabarri Garbi y arrancaron el pasado mes de abril con el argumento del que el proyecto degeneraría en problemas de 'conflictividad, drogas y delincuencia'. Para frenar la alarma social, se puso en marcha una campaña de información y se celebraron encuentros con los vecinos.

En junio, el Ayuntamiento de Sestao cedió un espacio en el colegio público Las Llanas y un mes después, comenzó la segunda oleada de protestas y concentraciones ante lo que el alcalde, el socialista Segundo Calleja, se vio forzado a posponer la apertura hasta septiembre. Pero las reacciones siguieron y los párrocos de la localidad tuvieron que intervenir dedicando la homilía del 26 de agosto al conflicto y en apoyo de la iniciativa. Sin embargo, continuaron las movilizaciones en las que participaron varios miles de vecinos. El PSE e IU expresaron públicamente su apoyo al programa y el alcalde emitió un bando respaldándolo. En medio del conflicto, el proyecto arrancó en octubre con la llegada de los primeros gitanos en busca de información y ayuda.

'Estamos convencidos de que lo que ha ocurrido en Sestao tienen marcados tintes racistas y discriminatorios. Esperamos que finalmente el sentido común y la sensibilidad social puedan prevalecer frente a la intolerancia de algunas personas', señala desde Madrid un directivo de la ASGG, una entidad de carácter intercultural, sin ánimo de lucro, y con más de 30 años de experiencia en programas de intervención social. Javier Pérez, responsable de la organización en el País Vasco, se queja de que se funciona por estereotipos y de que los vecinos están en contra de todo lo que 'suene' a gitano.

La 'oficina del Inem para gitanos', según denominación de Pérez, intenta atender también a vecinos de los cuatro municipios de la Margen Izquierda mediante un servicio ambulatorio con el fin de evitar la 'invasión' que los vecinos decían habría si los gitanos acudían al local de Sestao. La realidad es que desde su apertura, la 'concentración' no ha superado nunca las cuatro personas, asegura Vicky Suárez, coordinadora del programa.

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'No siguen un curso hasta su conclusión ni los participantes son alumnos al uso. Sus propias características lo impide. Son personas con muchas dificultades. Están desubicados en el mercado de trabajo. No conocen los mecanismos. Suelen desconocer los detalles más mínimos sobre todo lo relacionado con el mundo laboral. Preguntas a un gitano qué es un convenio o le dices que responda a una oferta [de empleo] y no saben. A veces tienen que dejar el programa temporalmente porque van a la recolección de la cebolla o de la patata. O hay casos en que viven debajo de una lona y lo primero es que encuentren una vivienda. Por eso el programa es de largo recorrido. Se trata de un itinerario individualizado. Tiene como objetivo la acogida, la orientación, la formación y la inserción laboral', explican los responsables.

Sin abandonos

Hasta la fecha, ninguno de los 42 gitanos que empezaron el programa en Sestao lo han abandonado, aunque no les resulta fácil encontrar un trabajo en el sector de la construcción o de la limpieza industrial, a los que mayoritariamente tratan de acceder los hombres. Ni tampoco a puestos de limpieza, apoyo familiar o comercio, los preferentes cuando se trata de mujeres.

'Nuestra propuesta es hacer lo que se pueda. Todos los gitanos no son iguales y no todos pueden incorporarse por su situación personal', reconoce. El proyecto presta un apoyo continuo y total a los interesados. 'Siempre hay una relación personal entre el trabajador y el usuario'.

Carmen ha trabajado toda su vida. Tiene 52 años y 8 hijos, de los que dos, de 18 y 29, murieron de sida y una chica que está en prisión tiene anticuerpos del virus. A pesar de que la vida le ha maltratado, mantiene la esperanza y la alegría. Es una de las 21 mujeres que participa ilusionada en el programa de Sestao. Su experiencia laboral es amplia. Se crió en el campo cuidando vacas. Ha recogido patatas, realizado tareas de limpieza, trabajado en la casa de un médico, cocinado -'tengo unas manos maravillosas, es un don'-, y busca trabajo desde hace tres meses. 'La vida me ha dado muchos palos. Hay que dar una oportunidad a los gitanos. Nadie somos quien para juzgar. Para recoger hay que sembrar ', dice sonriendo.

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