Estado policial en Écija
Leo con cierto asombro en los periódicos de hoy (8/11/01) que en el despacho del jefe de la Policía Local de Écija, en un registro provocado sin duda por la desconfianza de los mandatarios políticos en su gestión -agua lleva cuando el río suena-, se habían localizado 17.000 expedientes pertenecientes a otras tantas personas de la localidad, expedientes, según la prensa, que estarían relacionados con las actividades realizadas por esos ciudadanos e inclusive se recoge en ellos alusiones a sus inclinaciones sexuales.
Esta práctica, que se inició en los años de la dictadura -puede tener su explicación entonces-, al parecer, el suboficial al mando de la Policía Local, desde su toma de posesión en 1981, continuó llevándola a cabo.
Es obvio que, de ser cierto, y al parecer lo es por lo declarado por el concejal delegado de Interior del Ayuntamiento, las medidas deben ser extremadamente severas para con quien realiza este tipo de actividades más propias de regímenes totalitarios, que definen estados policiales, que de un estado de derecho como es el nuestro, porque de no ser así, las preguntas que se harán los vecinos de Écija a partir de hoy es si están o no seguros de su intimidad, si son o no vigilados y por qué y por quién.
Es horroroso sentirse observado por quien tiene que vigilar por nosotros, porque, además, para qué quiere esa información el jefe de la Policía o ¿a quién se la pasa si trabaja para otros? Verdaderamente triste e irresponsable esta actitud totalmente deplorable y repudiable que no puede quedar impune de ninguna de las maneras.
Y que los políticos están siempre demandando la asunción de responsabilidades, a ver qué es lo que hacen ellos ahora porque está exclusivamente en sus manos el asunto, y si es un hecho delictivo, que lo pongan en conocimiento de la fiscalía sin dejar pasar ni un solo momento; a ver las medidas que se toman para con este señor vigilador de ciudadanos que, aprovechándose del cargo que ocupa, impone poco menos que la ley del Oeste.-
